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Por Álvaro Benedetti - opinion@elcolombiano.com.co.

Migración Cualificada, ¿fuga de cerebros u oportunidad para el crecimiento económico?

Colombia debería preguntarse cómo transformar la diáspora en un aliado estratégico. Convertir la fuga de cerebros en un activo que promueva la creación de redes globales y facilite la transferencia de conocimientos y tecnología desde el exterior.

25 de agosto de 2024
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  • Migración Cualificada, ¿fuga de cerebros u oportunidad para el crecimiento económico?
  • Migración Cualificada, ¿fuga de cerebros u oportunidad para el crecimiento económico?

Por Álvaro Benedetti - opinion@elcolombiano.com.co.

La fuga de cerebros, entendida como la emigración de profesionales cualificados ha limitado la capacidad del país para ser sostenible en sus demandas, así como innovar y competir a nivel global. Según la Organización Internacional para las Migraciones, en el fundamental sector de la salud más de 5.000 médicos colombianos se encuentran trabajando en el extranjero, especialmente en Estados Unidos y Europa, lo que ha contribuido a una escasez de especialistas en áreas como cirugía, oncología y neurología dentro del país.

En cuanto al sector educativo, informes recientes muestran que cerca del 9% de los investigadores colombianos registrados en el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación residen en el extranjero, particularmente en países con mayores recursos para la investigación como Estados Unidos y Alemania.

Históricamente, esta clase de emigración ha condicionado la posibilidad de avanzar en investigación y desarrollo. Algunos datos de la OCDE y el Banco Mundial, indican que aproximadamente el 10% de los colombianos que viven en el extranjero tienen educación terciaria o superior, cifra superior al promedio de la región, solo similar a Argentina y Chile, y superior a Brasil y México.

Sin embargo, este fenómeno, a menudo percibido como una amenaza, tiene el potencial de ser un catalizador de crecimiento si se gestiona adecuadamente. El verdadero reto no es cómo detener la fuga de cerebros, sino cómo generar las condiciones necesarias para que los profesionales altamente calificados tengan las mismas o mejores oportunidades que en el extranjero.

De hecho, contrario a la visión pesimista que suele acompañar la fuga de cerebros, la migración cualificada ha generado múltiples beneficios para el país. La economía nacional recibió aproximadamente USD 10.7 mil millones en remesas en 2022, lo que representa alrededor del 2.5% del PIB. Todo un remedio para la mayoría de improductivas economías locales, además de un alivio a la calidad de vida de millones de hogares.

La diáspora colombiana, que incluye a alrededor de 5 millones de personas, ha facilitado la creación de redes internacionales que abren nuevas oportunidades de negocio, educación e investigación. Según ProColombia, las inversiones realizadas por colombianos en el exterior han crecido un 15% anual en los últimos cinco años, en sectores como tecnología, bienes raíces y startups, beneficiando el crecimiento económico y la creación de empleos.

Por su parte, un estudio del SCImago Journal & Country Rank indicó que la producción científica aumentó en un 170% entre 2008 y 2018, en gran parte debido a la colaboración internacional facilitada por investigadores colombianos en el extranjero. Espejos interesantes como China, India y Singapur, ejemplifican la necesidad de tener políticas que prioricen una plena conexión con la economía global y los conocimientos de vanguardia a través de sus migrantes.

Conexiones que se han propiciado, entre otras cosas, gracias a incentivos migratorios como los ofrecidos a través de las visas EB1 y EB2 por interés nacional en Estados Unidos, principal receptor de migración cualificada colombiana, o la quizás desconocida ‘Blue Card’ para la Unión Europea. Sin duda, herramientas poderosa para que nuestros profesionales contribuyan tanto a las economías más desarrolladas y en retribución al seno de sus raíces.

En lugar de centrarse únicamente en el valor de la pérdida, Colombia debería preguntarse cómo transformar la diáspora en un aliado estratégico. Convertir la fuga de cerebros en un activo que promueva la creación de redes globales y facilite la transferencia de conocimientos y tecnología desde el exterior. En otras palabras, la integración de su talento disperso con el proyecto de país que decimos tener.

*Consultor político internacional, estructurador de proyectos.

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Por Álvaro Benedetti - opinion@elcolombiano.com.co.

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