En artículo anterior hablé de la disciplina que hay que mantener y aplicar para casos como el que vivimos ahora. Si la disciplina necesaria no se cumple, hay que aplicar la autoridad. Si la autoridad manda algo, hay que cumplir el mandato con disciplina.
En Medellín se han aplicado los dos principios y, por eso, somos ejemplo nacional para el manejo de la pandemia que nos azota. El alcalde, a quien felicito por el manejo que le ha dado a la situación de emergencia, ha acatado las medidas dictadas por el gobierno nacional, ha aplicado sus propias medidas cuando le han dado libertad para hacerlo y ha mostrado éxitos en el manejo que le ha dado a la situación de emergencia que vivimos.
Distinto ha sucedido en otras capitales donde han tratado de aplicar medidas improvisadas. Donde se han creído autónomos en un momento de dificultades a nivel nacional. Bogotá es el ejemplo negativo de mostrar y que es patente del error que significa apartarse de las órdenes nacionales. Por el contrario, la alcaldesa descarga sus errores en el gobierno del presidente Iván Duque.
Con el populismo tan dañino y peligroso, Claudia López sale a perifonear, como cualquier vendedor de helados, a la gente de los barrios donde se hizo a un lado la disciplina que debemos aplicar todos. Pegada al lado de un vehículo, les dice a los habitantes de los barrios qué deben hacer, les habla de la disciplina que ella misma no aplica y cree que con esos actos demagógicos gana la opinión que ha perdido por el mal manejo que le ha dado a la situación y a su ciudad.
Se equivoca y dice que es culpa del Presidente, no le resulta su demagogia y busca responsables por todas partes. Es que ella misma ha dado ejemplos de indisciplina. Ha sacado unas medidas que agravan la situación. Por ejemplo, cambió la medida del último número de la cédula, dos números por día, es decir el 20 % de los habitantes de la ciudad pueden salir. La cambió por el pico y género, es decir el 50 % de los habitantes pueden salir y fue más estricta al disponer que una sola persona puede ir a mercar, no puede ir acompañada. Esas medidas las violó ella misma: fue al mercado con su pareja, cuando no podía ir acompañada. Y el pico y género lo violó porque salió para el mercado con su cónyuge.
Con esos malos ejemplos de la autoridad, todos se sienten autorizados para no acatar las medidas de la funcionaria. No hay disciplina, no hay autoridad que la sepa aplicar y, por supuesto, se multiplica el contagio. Es su culpa, que no venga a responsabilizar al señor presidente de sus propios errores y desaciertos.
Antes de descubrir el remedio para el coronavirus, lo mejor que se ha encontrado es la disciplina y el buen gobierno. De resto, es pura demagogia y esta sigue siendo dañina .