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Adriana Correa Velásquez
Columnista

Adriana Correa Velásquez

Publicado

Caricias para alentar la vida

Por Adriana Correa Velásquez -

adrianacorreav@atajosmentales.com

Cada noche el llanto de los bebés se hacía más insoportable. La enfermera aturdida obedeció a su instinto y aplicó caricias suaves en la espalda de sus diminutos pacientes. Repitió en cada jornada esta rutina y guardó su secreto. El protocolo decía que no debían ser tocados.

Su sigilo salió a la luz cuando los pequeños empezaron a crecer más rápido, e indagada por el fenómeno, tuvo que confesar su rutina de mimos. A pesar de encontrarse en condiciones ideales —temperatura controlada, luz ultravioleta, humedad relativa, niveles de oxígeno perfectos, alimentación calculada y un ambiente estéril— muchas veces estos frágiles seres no crecían. Así quedó comprobado en los años 80 lo importante que era el tacto para alentar la vida en las unidades de cuidados intensivos para los bebés prematuros.

Para explicar lo sucedido, la Universidad de Duke hizo una serie de experimentos con crías de rata a las que apartaban de sus madres al nacer, demostrando que, en ausencia de contacto, las células del cuerpo no querían dividirse y crecer. Por el contrario, sólo con acariciar el lomo de los pequeños roedores con un cepillo húmedo, se disparaba la producción de la enzima y, con ello, el crecimiento. Esta anécdota la recoge el Dr. David Servab-Schreiber en su libro Anti cáncer, una nueva forma de vida. El autor fue diagnosticado con un tumor cerebral y pocos meses de vida cuando ejercía como neurólogo y psiquiatra. Empeñado en vivir, escudriñó en las rutinas de los escasos sobrevivientes y no en las mayorías estadísticas de los que poco habían vivido. Reunió en su libro todo lo que los pacientes podían hacer antes de resignarse a morir. Él vivió 19 años más después del diagnóstico.

El Instituto de investigación sobre el masaje, de la Universidad de Miami, se ha dedicado a estudiar los efectos del tacto. Con su equipo demostró que varias sesiones a la semana reducían la producción de las hormonas del estrés y en las mujeres con cáncer de mama, aumentaban la tasa de las llamadas asesinas naturales (Natural Killers). Esas células tienen un papel crítico en la destrucción de células infectadas y cancerosas. Hoy sabemos que la terapia táctil facilita el aumento de peso en bebés prematuros, alivia los síntomas depresivos, mejora la atención, reduce el dolor, mejora la función inmunológica y, mi favorita, ayuda en la aceptación de nuestro propio cuerpo. Otros estudios han comparado el efecto de los masajes en la ansiedad y la depresión con el de las sesiones de psicoterapia.

No sé si fue solo una sensación mía durante la pandemia, pero lo que hizo más oscuro ese momento, fue que el tacto quedara proscrito. Que acariciar, abrazar, tocar o manosear quedaran suspendidos. Como las crías de las ratas o esos pequeños en la incubadora cuando el contacto con otro ser humano no hacía parte del régimen, creo que a todos algo se nos atrofia cuando dejamos de tocarnos

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