En una sesión de las Cortes en la España del siglo pasado, un diputado se explayaba en un largo y fatigoso discurso. Don Francisco Silvela, famoso por su ingenio parlamentario, aburrido de escuchar, se quedó dormido en su curul, como hacía en nuestros tiempos don Jenaro Pérez Gutiérrez. Cuando un ujier se dio cuenta del sueño de don Francisco, se arrimó y le dijo:
--Su señoría, está dormido.
--No estoy dormido, estoy durmiendo, que no es lo mismo estar bebido que estar bebiendo.
Por fin se despertó nuestro presidente, Juan Manuel, de su sueño de paz y suspendió los diálogos cuando nos secuestraron a un general del Ejército, un suboficial, dos soldados y una abogada al servicio de las Fuerzas Armadas. No se habían suspendido, ni se habían parado...