Síguenos en:
Javier Mejía Cubillos
Columnista

Javier Mejía Cubillos

Publicado

¿Cómo reparar las injusticias ancestrales?

Por Javier Mejía Cubillos - mejia@stanford.edu

Hace unos meses estuve conversando con Thomas Piketty, el economista francés, a propósito del lanzamiento de su más reciente libro (aquí pueden escuchar nuestra conversación), quien ha defendido recientemente la idea de que Francia debería reparar a Haití por su rol colonizador y esclavista. Esta es una de las muchas iniciativas en el mundo que buscan la corrección de injusticias históricas, que han abierto una discusión interesante respecto a cómo debemos pensar la moralidad a lo largo de los siglos. Hoy me gustaría hablar al respecto y quiero concentrarme en cómo deberíamos pensar la identidad de las víctimas y los victimarios.

En la justicia reparativa contemporánea es relativamente sencillo definir la dirección de las reparaciones porque la identidad de las víctimas y los victimarios es más o menos clara. No me refiero a que sea sencillo identificar las responsabilidades morales en contextos complejos—piense en el conflicto armado colombiano y lo difícil que ha sido tener una narrativa clara respecto a las responsabilidades detrás de los diferentes crímenes. Me refiero a que la identidad de los actores, sean cuales sean sus responsabilidades en dichos eventos, suele ser la misma cuando ocurren los eventos y cuando se definen las reparaciones. Esto no suele pasar en el contexto de injusticias históricas.

Consideren las peticiones de reparación a España por la conquista y colonización de América. En este caso, la España a la que se le piden reparaciones hoy es una criatura que poco tiene que ver con la que cometió los actos en cuestión. La casa real de los Habsburgo, quienes eran la última autoridad política durante la Conquista y buena parte de la Colonia, no tiene conexión alguna con la República española actual. Quizá más importante aún, los Estados americanos tampoco son los mismos. Ni el imperio Azteca, ni el Inca, ni la Federación Muisca, ni ninguna de las autoridades precolombinas de gran escala sobreviven. Hoy existen unas naciones que son, de hecho, diferentes a aquellas que surgieron luego de la Independencia. Por ejemplo, la Colombia de hoy es menos de la mitad del territorio de la Colombia de 1819, y está compuesta, predominantemente, por una población mestiza descendiente de los conquistadores mismos.

Esto es cierto incluso en contextos mucho más sencillos como el de Haití y Francia, donde hay cierta continuidad en las entidades políticas en cuestión y los niveles de mestizaje fueron bastante menores. Allí cabe preguntarse ¿qué tan responsable es un francés promedio hoy de algo que hicieron personas que vivían en ese territorio hace 300 años? Y aquí quizá sea útil saber que cerca del 20% de la población actual en Francia nació en otro país o, al menos uno de sus padres nació fuera de Francia; muchos provienen de estos lugares que sufrieron el rigor colonial por siglos.

Así, entre más atrás nos vayamos en el tiempo, más borrosas empiezan a ser las líneas entre la víctima que merece reparaciones y el victimario que debe cargar el peso de ellas. Y este es quizá el más sencillo de los muchos otros problemas que las reparaciones por injusticias históricas enfrentan. Otro que merece algo de atención es dónde detener la reflexión sobre aquellas injusticias. Piensen, por ejemplo, que la Península Ibérica, hasta unos pocos años antes del descubrimiento de América, estuvo controlada por grupos que la invadieron siglos antes desde el norte de África. Estos últimos, a su vez, fueron conquistados por el Califato, proveniente de la península arábiga en el siglo XVII. Si continuamos esta cadena de eventos y nos enmarcamos en la lógica reparativa, quizá todos debamos pedir reparaciones a Irak, por los crímenes de Sargón I de Acad en el siglo XXII a. C.

Nada de esto quiere decir que estas propuestas sean irrelevantes, ni que deba abandonarse todo esfuerzo por buscar justicia ante eventos del pasado. Yo encuentro bastante valor en el reconocimiento de cómo el mundo moderno es producto de una complejísima serie de injusticias acumuladas. De hecho, creo que ya hay algo en dicha conversación que es en sí mismo reparativo. Sin embargo, es importante reconocer las encrucijadas morales y limitaciones prácticas que existen detrás de estos proyectos. Tal como es difícil pensar en una forma no arbitraria de reparar después una falta mal pitada por un árbitro en un torneo de fútbol, es igualmente difícil pensar en reparaciones apropiadas por eventos que sucedieron siglos atrás, en contextos donde las sociedades han evolucionado conjuntamente. .

Porque entre varios ojos vemos más, queremos construir una mejor web para ustedes. Los invitamos a reportar errores de contenido, ortografía, puntuación y otras que consideren pertinentes. (*)

 
Título del artículo
 
¿CUÁL ES EL ERROR?*
 
¿CÓMO LO ESCRIBIRÍA USTED?
 
INGRESE SUS DATOS PERSONALES *
 
 
Correo electrónico
 
Acepto Términos y Condiciones Productos y Servicios Grupo EL COLOMBIANO

Datos extra, información confidencial y pistas para avanzar en nuestras investigaciones. Usted puede hacer parte de la construcción de nuestro contenido. Los invitamos a ampliar la información de este tema.

 
Título del artículo
 
RESERVAMOS LA IDENTIDAD DE NUESTRAS FUENTES *
 
 
INGRESE SUS DATOS PERSONALES *
 
 
Correo electrónico
 
Teléfono
 
Acepto Términos y Condiciones Productos y Servicios Grupo EL COLOMBIANO
LOS CAMPOS MARCADOS CON * SON OBLIGATORIOS
Otros Columnistas