Titular con un latinajo esta columna no puede tener sino una razón: el padre Nicanor, mi tío. Le comenté que quería que habláramos sobre la corrupción y casi gritó con voz de púlpito: “Corruptio optimi, pessima”.
-Sí, hijo, la peor corrupción es la de lo mejor, la del mejor. Se atribuye la expresión a Santo Tomás.
-Por eso será, tío, que hay tanto escándalo cuando se destapa un caso de corrupción y uno ve que el protagonista (a quien no nos atrevemos a calificar de delincuente) es alguien a quien teníamos por santo, un prohombre inmaculado, tan bueno que no mataba una mosca.
-Se destapa un escándalo de corrupción y salta un monstruo, el más impensado.
-Tú conoces, hijo, mi teoría de los monstruos: cría monstruos y te comerán las entrañas. Llega un momento en que los excesos y las desmesuras del poder o de la ambición se salen de control y se da a luz un monstruo insaciable. Que acaba devorándolo todo y a todos, empezando por sus creadores y por quienes le han rendido culto abiertamente o al escondido.
-¿Es la corrupción, padre Nicanor, un pecado personal o una inmoralidad colectiva?
-La corrupción, pienso yo, es un pecado personal, una falla individual de ética. Pero, mirados los hechos desde un ángulo político y partidista, la corrupción responde a varios “ismos”, que me atrevo a enunciar.
-¿”Ismos”, padre?
-El mesianismo, por ejemplo. No hay corrupción sin mesianismo. Los seguidores de una mesías político acaban por romper los diques de la ética y la moral para honrar y dar gusto a su diosecito corrupto.
-También el fanatismo, estoy seguro.
-Claro. El fanatismo bajo el que se camufla una adhesión política hace perder la cordura y ayuda a crear el reino de la corrupción, con la bendición de lo alto. Cualquier maniobra criminal es válida para áulicos y paniaguados que no buscan sino dar halago al caudillo por encima de verdades y racionalidades.
-Y, supongo, no querrán ver la corrupción circundante los que engrosan el rebaño del populismo y se despeñan por los desfiladeros a que conducen los dictadores. ¿No le parece, padre?
-Populismo, caudillismo, fanatismo, mesianismo... Los “ismos” de la corrupción. Añádale, también, por supuesto, otro “ismos” como comunismo, capitalismo...
-Y conservatismo. Y liberalismo. Todos lo partidos, aunque no terminen en “ismo”, que ninguno puede tirar la primera piedra. Y un último, tío, el más ofensivo de los “ismos”: el cinismo. Ese cinismo con el que los poderosos corruptos se ríen de nosotros.
-Terminemos, hijo. No lo olvides: la peor corrupción es la de los mejores, la de los buenos. De esos buenos entre quienes solemos incluirnos muchos. Tú y yo también, y no pongas cara de yo-no-fui.