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¿Libertad o muerte?

No se pueden banalizar los atrevimientos del presidente. Amenazar al congreso no es una ligereza. Invocar la guerra es de suma delicadeza en una sociedad como la nuestra.

hace 7 horas
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  • ¿Libertad o muerte?

Por Daniel Carvalho Mejía - @davalho

El presidente ya no sorprende, pero no deja de asustar; ni de insultar, ni de amenazar, ni de desvariar. En su reciente discurso del 1 de mayo, el mandatario se dejó llevar en una retórica llena de lugares comunes, amenazas vedadas y un peligroso escalamiento de su violencia verbal. En primer lugar, la escena del presidente atravesando el Congreso armado de la espada de Bolívar, para luego desenvainarla frente a los contratistas y seguidores agolpados en la plaza tiene un inquietante aire napoleónico. Luego, su énfasis en amenazas simbólicas afirmando que, de que no obedecer sus designios, los congresistas seríamos “revocados por el pueblo”, muestra una clara intención de amedrentar a las instituciones. Finalmente, la puesta en escena la bandera de la “guerra a muerte” es de una violencia inédita en los discursos presidenciales.

No se pueden banalizar los atrevimientos del presidente. Amenazar al congreso no es una ligereza. Invocar la guerra es de suma delicadeza en una sociedad como la nuestra. Ya lleva un par de años tildando de fascistas a quienes no pensamos como él; ya insultó al presidente del Congreso; ya perdió el recato intentando hacer de la bandera de su vieja guerrilla un símbolo nacional. Su violencia verbal no para de escalar, radicalizando a sus fanáticos y sumiendo al país en una tensión preocupante.

Además ¿guerra contra quién? Es totalmente contradictorio que Gustavo Petro, el presidente de “la potencia mundial de la vida”, se hunda cada vez más en su retórica belicista y se dedique a fomentar un ambiente guerrerista entre la gente, mientras el país verdadero está sumido en una guerra real de cuenta de los fracasos de su paz total. Por otra parte ¿muerte a quién? ¿Se refiere a los congresistas, que también fuimos elegidos por mandato popular? ¿Se refiere a los líderes sociales, culturales y empresariales que dejaron de creerle? ¿Se refiere a la Constitución política que juró defender? ¿Quizás al sistema de salud que, por sus errores, tiene en juego la vida de millones de colombianos?

Petro parece olvidar que fue elegido no por ser subversivo sino, justamente, por lo contrario: porque representó al país que nació después de que su grupo guerrillero firmara y cumpliera un tratado de paz; porque vendió una visión de unidad y reconciliación nacional; porque prometió cumplirle a poblaciones y territorios que hoy, tres años después, siguen abandonados. Se le olvida también que no puede ser al tiempo jefe del estado y principal opositor de dicho estado, representado en sus instituciones, sus leyes y las decisiones electorales de sus ciudadanos.

El discurso del presidente no se va a moderar, seguirá intentando agitar las masas a manera de campaña electoral para ocultar los yerros de su mal gobierno mientras sigue alucinando con una revolución frustrada. El presidente seguirá ausente de su trabajo como administrador de la nación, delegando esas tareas aburridas en Benedetti y los otros representantes del fallido cambio; nosotros seguiremos haciendo nuestro propio llamado a la libertad: la libertad de voto de cada ciudadano y de cada congresista; la libertad de expresión de todos los que alzamos la voz contra la deriva autoritaria de un presidente que perdió sus capacidades de estadista.

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