x

Pico y Placa Medellín

viernes

3 y 4 

3 y 4

Pico y Placa Medellín

jueves

0 y 2 

0 y 2

Pico y Placa Medellín

miercoles

1 y 8 

1 y 8

Pico y Placa Medellín

martes

5 y 7  

5 y 7

Pico y Placa Medellín

domingo

no

no

Pico y Placa Medellín

sabado

no

no

Pico y Placa Medellín

lunes

6 y 9  

6 y 9

¿Cuál es el cambio?

El primer compromiso del cambio tiene que ser con la ética: sin ella las ideologías son solo discurso.

07 de mayo de 2024
bookmark
  • ¿Cuál es el cambio?
  • ¿Cuál es el cambio?

Por Daniel Carvalho Mejía - @davalho

El cambio, palabra a primera vista esperanzadora, se ha quedado vacía por cuenta del desgaste a la que está sometida: su manoseo lastimosamente desdibuja varias ilusiones colectivas de vivir mejor. El cambio no es bueno per se, exige resultados en la dirección adecuada, pues sus promesas no se cumplirán mientras no suponga una ruptura con las prácticas tradicionales que han desacreditado a los gobiernos. Por eso resulta insulso cuando solo varían los nombres y los rostros, pero no las formas ni los resultados. Esto es, tristemente, lo que estamos viviendo en el país de cuenta de un gobierno cuyo norte no parece ya ser la transformación sino la confrontación; un gobierno retórico que luce atrapado en la incapacidad de colmar las expectativas creadas y va pasando de la esperanza a la desilusión.

El primer compromiso del cambio tiene que ser con la ética: sin ella las ideologías son solo discurso. Si no renunciamos a la trampa, la mentira y el chanchullo como herramientas políticas, seguiremos viendo dilapidadas las oportunidades de un progreso justo, transparente y sostenible en el tiempo. ¿De qué nos sirve una propuesta de cambio si está soportada en engaños y transacciones ilegales?

Colombia necesita una agenda reformista, no revolucionaria; el progreso no llega de golpe, se da a través de transformaciones sucesivas y sensatas que se inscriben en una adecuada priorización de las necesidades. Podemos ponernos de acuerdo en la búsqueda de mayor equidad, en el aprovechamiento sostenible de nuestros recursos naturales, la reducción de la informalidad, la protección de las libertades individuales, el rol determinante de las mujeres y la cooperación entre los sectores civil, público y privado, por ejemplo.

Esta agenda, además, requiere método. El cambio no se improvisa: se prepara, se planea, se concierta. El cambio requiere de funcionarios capaces, de equipos de trabajo bien dirigidos, de líderes que sepan combinar la pasión y la razón; requiere también de procesos ágiles y respetuosos de construcción colectiva que incluyan a las comunidades, los técnicos y los políticos. El debate público adquiere sentido cuando hay respeto y voluntad de colaboración; sin ellos no es más que una pose estéril, una colección de opiniones sin impacto.

El cambio también pasa por las formas. En una sociedad bañada por la violencia y la ilegalidad, los artífices de las transformaciones deben ser conscientes de la importancia del qué y del cómo. Cuando los objetivos son nobles, pero las formas incorrectas, los consensos se dificultan y los cambios se enturbian. ¿De qué vale proclamarse adalid de la paz si no hay respeto hacia los contradictores?

En Colombia tenemos políticos de gran nivel en todo el espectro ideológico, líderes capaces de escuchar y dispuestos a concertar, personas que no ven al sector público como un botín en disputa sino como un escenario de posibilidades de crecimiento colectivo. Es necesario darles crédito y visibilidad para que la ilusión del cambio vuelva a tener sentido y no triunfe el mensaje de otros líderes, quienes parecen creer que solo se logra a las malas.

Sigue leyendo

Te puede Interesar

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD