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Equilibrio

Fue sorprendente y molesto ver que el gobierno y su bancada quisieran usurpar el puesto reservado a la oposición, puja que ganamos con argumentos políticos y legales.

hace 3 horas
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  • Equilibrio

Por Daniel Carvalho Mejía - @davalho

La instalación de la nueva legislatura del Congreso de la República, el pasado 20 de julio, estuvo llena de pulsos, grandilocuencia y sorpresas. El discurso del presidente —extenso, impreciso y con verdades a medias— mostró otra vez a un gobernante soberbio, incapaz de reconocer errores y convencido de que su gestión es exitosa; uno muy distinto al que regaña públicamente a sus ministros por no avanzar, entender u obedecer; con una percepción alejada de lo que revelan las cifras oficiales en materia de educación, salud, energía, seguridad e infraestructura, por mencionar solo algunos temas preocupantes.

Al discurso del presidente le siguieron las réplicas de la oposición, que oscilaron entre el análisis pausado de cifras y la indignación de quienes alguna vez creyeron en el gobierno del cambio. Infortunadamente, el presidente se retiró sin escuchar las palabras que había preparado para él; no importa, a estas alturas estoy convencido de que él no oye a nadie que no lo adule, así que las dirigí a los congresistas y a la vicepresidenta Márquez, quien tuvo el respeto de quedarse hasta el final.

El plato fuerte llegó después, con la elección de la mesa directiva de la Cámara de Representantes. Como era de esperarse, el gobierno logró poner en la presidencia a su aliado, el vallecaucano Julián López. La sorpresa vino con las dos vicepresidencias: en un error político y estratégico, el gobierno intentó quedarse con ambas y perdió, lo cual lo pondrá en aprietos para imponer su agenda legislativa en la Cámara, como hizo en los tres primeros años.

Fue sorprendente y molesto ver que el gobierno y su bancada quisieran usurpar el puesto reservado a la oposición, puja que ganamos con argumentos políticos y legales y que me permite ocupar hoy la vicepresidencia segunda de la corporación. En la primera fue elegido Juan Sebastián Gómez, representante de Caldas y gran amigo mío, con quien comparto el amor por el fútbol, una historia en el barrismo, el interés por lo artístico y cultural, un énfasis en las economías creativas e incluso la ubicación de trabajo, pues tenemos curules vecinas; sobre todo, compartimos una visión política basada en el respeto a la democracia, la búsqueda de consensos, la argumentación respetuosa y la convicción de que la ética está por encima de la ideología.

Juan Sebastián pertenece a un partido declarado en independencia —el Nuevo Liberalismo—, mientras yo representaré a los partidos en oposición. Así, la mesa directiva de la Cámara será equilibrada, con decisiones concertadas y sin ministros que se las den de mandamases. No estamos allí para aplaudir y obedecer al gobierno, ni para criticar y obstaculizar toda iniciativa presidencial; estamos para ofrecer garantías, equilibrar la agenda y demostrar que no hace falta gritar o insultar para tomar posición y enfrentar el debate público.

En mi opinión, nuestra elección fue un triunfo del centro político, un reconocimiento a nuestro trabajo riguroso y respetuoso, y una muestra de que es posible hacer política con voluntad de tender puentes. Ojalá el país valore esa senda y nos lleve a un nuevo gobierno enfocado en construir sobre lo construido, priorizar el futuro sobre las revanchas del pasado y dar dignidad y altura a su cargo.

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