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La imposibilidad de la esperanza

El chavismo confía en la indiferencia. En lanzar bombas de humo que eviten el recuerdo de sus atracos. En normalizar la desesperanza.

04 de junio de 2025
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  • La imposibilidad de la esperanza

Por David E. Santos Gómez - davidsantos82@hotmail.com

Pasaron otras elecciones en la farsa democrática venezolana. Estas pretendían pintar de libertad la escogencia del legislativo y de las autoridades locales en medio de un proceso de coacción autoritaria que no engañó a nadie. Los resultados, aplastadores a favor del gobierno de Nicolás Maduro y de su Partido Socialista Unido de Venezuela, reflejan la imposibilidad de la esperanza para el retorno de la democracia. Reflejan, también, los síntomas de la debacle vecina con una oposición atomizada y enfrentada. Los más radicales, cobijados bajo el discurso de María Corina Machado, insistían en no presentarse al juego bolivariano y los moderados planteaban la búsqueda de arañar algo de poder en una repartija que tiene las cartas marcadas.

Dijo Machado que su propuesta ganó, porque evidentemente triunfó la abstención. Dijeron los moderados, con Henrique Capriles como vocero fundamental, que la inasistencia a las urnas favoreció a la dictadura porque logró cooptar -una vez más- todos los espacios del poder nacional. Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y Vladimir Padrino -el triunvirato del horror- celebraron de nuevo en esa imagen que ya es fotografía del espanto con balcones repletos de súbditos y gritando arengas a un pueblo que solo existe en sus discursos.

La política venezolana cayó de nuevo en punto muerto. Tras una época de euforia se llegó al escenario más temido por aquellos que pretenden dar un vuelco a la oscura etapa chavista. No existe una situación más perjudicial para Venezuela que el cansancio y la resignación. Machado insiste en llamar a rebeldes del poder para que se opongan a los mandatos de Miraflores, pero, aún con el evidente apoyo popular, las posibilidades de éxito de sus peticiones son pocas. El PSUV es un bloque monolítico defendido por un ejército corrupto.

El oficialismo sigue el método que le ha permitido atornillarse en Caracas por más de un cuarto de siglo. A mayor búsqueda de libertades, mayor represión. En los momentos de entusiasmo de la oposición se les ofrece diálogo para luego atacarlos de manera radical y romper acuerdos. Por ahora Maduro y su séquito de corruptos se muestran orgullosos de puertas para afuera, pero desconfían de todos cuando el telón de la parafernalia cae. Su intención con las elecciones legislativas era pasar rápidamente la página del fraude del 28 de julio. Tienen muy claro que el hurto de las presidenciales resultó evidente para el mundo entero, pero confían en que el tiempo, como en tantas otras ocasiones, haga olvidar el monumental robo orquestado en el ejecutivo y certificado por el CNE. Por eso el show patético de una democracia inexistente. Juegos artificiales que hacen ruido en el silencio y la tristeza de su gente.

El chavismo confía en la indiferencia. En lanzar bombas de humo que eviten el recuerdo de sus atracos. En normalizar la desesperanza. Los totalitarismos saben que solo pueden mantenerse en el poder cuando el horror pasa a ser cotidiano.

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