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El peor negocio posible

El presidente Petro ha señalado que Ecopetrol no debe participar en operaciones donde se use el fracking, ni siquiera fuera del país. Pero confundir transición energética con abandono del petróleo rentable es un error conceptual.

hace 6 horas
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  • El peor negocio posible

Por David Yanovich - opinion@elcolombiano.com.co

Dentro del portafolio de activos de Ecopetrol, el Permian Basin no es un activo más: es, con diferencia, el mejor negocio que tiene la compañía. Su venta, impulsada por razones ideológicas y no técnicas, sería un error histórico que comprometería la estabilidad financiera de la empresa y sus reservas.

La cuenca, ubicada entre Texas y Nuevo México, es la más importante del mundo. Produce alrededor de 6,3 millones de barriles de petróleo al día y más de 25 millones de metros cúbicos de gas natural, con un crecimiento sostenido desde 2010. Su productividad se explica en gran medida por el uso del fracking, la misma técnica que ha permitido a Estados Unidos convertirse en el primer productor mundial de petróleo y gas, reduciendo además sus emisiones netas de gases de efecto invernadero más que cualquier otro país desarrollado. Paradójicamente, el gobierno colombiano que invoca la lucha contra el cambio climático como justificación para vender este activo, estaría desprendiéndose de una operación que, en términos relativos, ayuda a reducir emisiones globales.

Ecopetrol participa en el Permian desde 2019, asociada con Occidental Petroleum (OXY). Esa operación representa alrededor del 15 % de la producción total de la compañía —unos 115 000 barriles diarios— y, sobre todo, el 14 % del EBITDA del segmento de exploración y producción, con márgenes del 76 %, frente a un promedio de 35–40 % en los proyectos nacionales. Su venta implicaría renunciar a 189 millones de barriles equivalentes en reservas —casi un 10 % del total—.

Expertos del sector han estimado que una venta “con descuento”, valorada en 5.500 millones de dólares, podría reducir el precio de la acción de Ecopetrol hasta en 30 %. No se trata solo de una pérdida contable: sería una transferencia de valor desde los colombianos hacia los compradores del activo. Una venta precipitada, sin justificación técnica, configuraría un posible detrimento patrimonial, tal como lo señalaron los expresidentes de la compañía y varios exfuncionarios del sector en su carta reciente a la Procuraduría y la Contraloría.

A lo anterior se suma un contexto energético nacional que no podría ser más adverso. Colombia perdió su autosuficiencia en gas natural, y la relación reservas-producción de petróleo cayó a 7,1 años. La decisión de no firmar nuevos contratos de exploración y los obstáculos a proyectos costa afuera agravan el panorama.

El presidente Petro ha señalado que Ecopetrol no debe participar en operaciones donde se use el fracking, ni siquiera fuera del país. Pero confundir transición energética con abandono del petróleo rentable es un error conceptual. La transición requiere recursos, no dogmas. Los países que lideran la descarbonización del planeta lo han hecho fortaleciendo sus sectores energéticos, no destruyéndolos. Estados Unidos, Noruega o Canadá son ejemplos de transiciones basadas en realismo económico, donde los ingresos del petróleo se convierten en palanca para financiar nuevas fuentes limpias.

Colombia necesita una Ecopetrol fuerte, moderna y rentable, capaz de financiar su propia transición energética. No una empresa debilitada, reducida a instrumento ideológico. Vender el Permian sería, literalmente, vender el futuro para comprar un discurso.

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