Lo que ha caracterizado la dinámica sociopolítica de los últimos tiempos es la tendencia a que los enfrentamientos propios del conflicto armado terminaron marginalizando o subsumiendo buena parte de la conflictividad social. Esto fue una característica lamentable para nuestra democracia, porque el conflicto social o político terminó siendo estigmatizado y las autoridades así como una buena parte de la sociedad, viéndolo con sospechas o en ocasiones como simple prolongación o expresión de los actores armados, por supuesto sobrevalorando la capacidad de acción y representación de los mismos.
Pero justamente lo que se está buscando en las conversaciones entre el Gobierno y las guerrillas, en La Habana con las Farc y en las conversaciones preliminares...