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El lunes 1 de diciembre celebramos en Barrancabermeja los treinta años del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio (PDPMM), con la presencia del Obispo de la diócesis de Barranca, Monseñor Ovidio Giraldo y una delegación importante de la Curia y el Padre Pacho de Roux, director del PDPMM durante catorce años y uno de sus fundadores, junto con Monseñor Jaime Prieto Amaya, conocido como el ‘Obispo de la Paz’, en esa época Obispo de la diócesis de Barranca y los miembros de la administración y la Junta Directiva, así como delegaciones de cerca de dos decenas de municipios de la región —de los departamentos de Santander, Bolívar, Antioquia, Cesar...—. También estaban miembros de la Unión Sindical Obrera (USO), el sindicato de Ecopetrol, de entidades del Estado que han colaborado con el PDPMM como la Defensoría del Pueblo, Alcaldías de varios municipios y algunos delegados de cooperación internacional, que han sido muy importantes para viabilizar el Programa.
El Programa nace posterior a la expedición de la Constitución de 1991, iniciando los 90s, por una iniciativa del Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP) en ese momento liderado por el padre Pacho de Roux que era su director, de Ecopetrol y su sindicato, la USO y algunos académicos de la región. Inicialmente, se empieza a trabajar, con el equipo que va a participar en el diagnóstico, un esbozo de la propuesta en una especie de consorcio entre CINEP y la SEAP. Pero rápidamente se consolidan las bases del Consorcio entre CINEP y la diócesis de Barrancabermeja y se inicia el trabajo en terreno.
El Programa ha tenido a lo largo de su historia críticos, desde la derecha y la izquierda, pero gran apoyo de los pobladores regionales y hubo orientaciones que ayudaron mucho al desarrollo de éste; primero, se hablará con todos los actores, pero el equipo del Programa y las comunidades actuarán de manera autónoma y no se aceptará ningún tipo de presión; segundo, es importante destacar cómo el PDPMM ha contado con apoyos financieros muy diversos, desde Ecopetrol que fue un apoyo inicial muy importante, pasando por el Banco Mundial y la Unión Europea en el apoyo al Laboratorio de Paz, empresas nacionales como EPM, ISA e ISAGEN, los distintos gobiernos a través de convenios con diferentes Ministerios, también varias Universidades y la cooperación internacional, tanto de base estatal, países como Japón, USA, la Unión Europea, así como la de raíces más religiosas, que han sido fundamentales para mantener la autonomía del Programa; tercero, el PDPMM construyó un referente muy fuerte, ‘Primero la Vida’ y adicionalmente, se fue construyendo en escenarios participativos, como expresión de pluralidad, ‘la Vida Querida’; cuarto, con un énfasis en trabajo cultural, impulsando proyectos productivos, trabajando por los derechos humanos, y lo organizativo y fortaleciendo organizaciones de mujeres —que han sido fundamentales en el desarrollo del Programa— y de jóvenes —los jóvenes este lunes nos sorprendieron con una propuesta muy sugerente: no se trata de hacer relevo generacional, dijeron, sino articular las distintas generaciones en el liderazgo del PDPMM—.
El PDPMM es un extraordinario referente de construcción de paz, que luego se ha reproducido en otras regiones del país.
