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Desencuentros
en el barrio
Por David E. Santos Gómez - davidsantos82@hotmail.com
La esperada cita de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) en Brasil, que pretendía ser el inicio de una nueva era de relaciones hemisféricas, terminó con declaraciones incómodas y miradas de suspicacia. Si bien Lula da Silva, anfitrión del encuentro, aplaudió la firma de varios documentos que prometer poner como eje central la cooperación y la ayuda económica, antes que las visiones políticas, fue imposible dejar de lado la mala relación que existe entre algunos mandatarios.
La desafortunada declaración del presidente brasileño en el sentido de que lo que ocurre con las violaciones de los derechos humanos en Venezuela hace parte de la construcción de una “narrativa”, generó una protesta fuerte no solo de la centroderecha uruguaya, en cabeza del presidente Luis Lacalle Pou, si no, también, desde el progresismo del joven chileno Gabriel Boric. “No es una construcción narrativa. Es una realidad. Es seria. He tenido la oportunidad de verla en cientos de miles de venezolanos. Los derechos humanos deben ser respetados siempre, independiente del color político del gobernante de turno”, afirmó Boric.
La polémica originada por las sonrisas que Lula brindó a Maduro evidenció los desencuentros del barrio suramericano y empañó las esperanzas del reintegro total de varias naciones que se han ausentado del foro en los últimos años por la carga ideológica que traía desde su nacimiento.
Aunque al final de los días de reunión los presidentes de las 12 naciones que asistieron a Brasilia firmaron un documento conjunto con el compromiso de reactivar la Unión, los resultados diplomáticos fueron poco esperanzadores y la frase que repitieron los diplomáticos una vez concluida la cita es que el camino por recorrer está lejos de ser expedito. Falta un largo trecho para reparar lo que las variables olas de las tendencias políticas suramericanas destrozaron con sus amiguismos y componendas.
Si bien Venezuela es el tema que genera mayor incomodidad entre los integrantes de Unasur, y es a Nicolás Maduro a quién se le acusa de torpedear la nueva etapa del foro, hay otras peleas que no son menores. Ecuador y Argentina mantienen en frío sus contactos por la ayuda diplomática que, al parecer, brindaron funcionarios de Buenos Aires para que una ex funcionaria del gobierno de Rafael Correa evadiera a la justicia. Chile, además del enfrentamiento con Caracas, se siente incómodo con La Paz. Como si fuera poco, Perú, en medio del caos de su reorganización gubernamental tras la salida de Pedro Castillo, se siente perseguido y abusado por buena parte del espectro de izquierda del hemisferio que muestra su apoyo al ex presidente.
Con esa mezcla de disgustos es difícil que avance una verdadera integración. Este primer intento, aún con la foto final de los presidentes con sus manos unidas y alzadas en señal de triunfo, fue bastante pobre. En geopolítica las sonrisas casi siempre son señales de desconfianzas en el presente y problemas en el futuro.