Como lo dije en mi última columna, me fui de vacaciones. Hice un recorrido por la costa atlántica con mi novia. Nos fuimos de pueblo en pueblo. Queríamos conocer Mompox, Aracataca, Palomino y por ahí derecho muchas otras poblaciones costeñas en el camino. Ciudades capitales ninguna, salvo Valledupar. Nos fuimos por Urabá y nos devolvimos por Aguachica. Un regreso por la misma ruta contra la que atentó el Eln. Pasamos por todos los departamentos de la costa Caribe menos el pequeño Atlántico. Yo, nacido y criado en estas montañas, con varias generaciones de estas lomas y alimentados todos a punta de arepa, chicharrón y fríjoles, fue como entrar en otro mundo. Una maravilla de país, una diversidad cultural alucinante.
Cruzamos el río Magdalena...