En una democracia, a la oposición, como al pueblo en general, no le cabe más que aceptar el resultado de las urnas. Pero no por eso debemos callar sobre la forma en que se consiguió vencer ni sobre la razón de haber perdido.
Los resultados electorales muestran que la aprobación del actual gobierno brasileño apenas roza un poco por encima de la mitad de los votos.
Es bueno retomar sin tardanza la ofensiva en la agenda y en el debate político. Para empezar, no se puede aceptar pasivamente que la “desconstrucción” del adversario, la propaganda negativa a costa de calumnias y deformaciones de datos sean instrumentos de la lucha democrática. En política, el todo se vale no es compatible con la legitimidad democrática.
Pero eso no es lo más grave. Más...