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Curiosamente, tengo muy claro que mi animal favorito, el que quisiera ser, el que siempre busco en los bosques con el mayor sigilo es el búho.
Por diego aristizábal - desdeelcuarto@gmail.com
No sé si cuando les preguntan: ¿cuál es el animal favorito, o qué animal quisieran ser?, tienen la respuesta muy clara, o a veces eligen uno y otro día se inclinan por un animal muy distinto al anterior. Yo, que dudo mucho de mis respuestas, más cuando me hacen estas preguntas tan puntuales, curiosamente, tengo muy claro que mi animal favorito, el que quisiera ser, el que siempre busco en los bosques con el mayor sigilo es el búho.
Hace poco, me topé en Entrelibros, esa librería apacible que queda en La Ceja, siempre tan bien atendida por Santiago Betancourt y sus jóvenes libreros, con un libro que, sin imaginarlo, era el que había deseado leer desde hacía muchos años. Resulta que la misma autora de “El ingenio de los pájaros”, Jennifer Ackerman, publicó: “La sabiduría de los búhos”, un libro que tiene la cualidad de lo sencillo y lo mágico, el rigor y la trama, la dicha completa para mí, un pobre aficionado de estas aves que he podido ver en contados momentos y adoro con un fervor especial.
Ackerman va hilando con delicadeza y belleza el universo de estas aves tan esquivas, que a veces podemos escuchar sus peculiares chillidos y ululatos, pero no siempre ver, así estén muy cerquita de nuestras narices. Nos demuestra por qué, en algunos lugares, los búhos compiten en popularidad con los pingüinos, cómo el vuelo de estas aves enigmáticas es silencioso y aterciopelado. Nos recuerda por qué en muchas culturas, los búhos son considerados mitad pájaros, mitad espíritus, un cruce entre lo real y lo etéreo, símbolos del conocimiento y la sabiduría, por un lado, y portadores de infortunios y enfermedades, por otro. A menudo son contemplados como profetas o mensajeros. Los griegos, por ejemplo, creían que un búho volando por encima del campo de batalla auguraba la victoria. Que vuelen más búhos por Colombia, los necesitamos urgentemente.
Y así, este libro se va deshaciendo en la lengua como esos cubitos de azúcar que antes eran tan comunes en las heladerías, y nos lamemos los labios sorprendidos por los fantásticos relatos y datos que van surgiendo en cada página. ¿Ustedes sabían, por ejemplo, que los búhos existen en todos los continentes, excepto en la Antártida? ¿Estaban enterados de que estas aves majestuosas son más difíciles de encontrar y de estudiar que otros pájaros, porque son crípticos, practican el camuflaje, son sumamente sigilosos y pueden, gracias a la magia, desaparecer sin extender las alas? Y como si fuera poco, poseen la capacidad de regenerar sus células pilosas, manteniendo así un oído agudo durante toda la vida.
Si antes de leer este libro mi animal favorito era el búho, ahora, al igual que Pablo Picasso, Florence Nightingale, Teddy Roosevelt, James Gordon y mi sabia abuela campesina, declaro públicamente mi fascinación por estas aves sublimes; y si la reencarnación existe, autorizo para que desde ya me empiecen a salir plumas y todos los encantos de estas aves fabulosas, para poder ulular feliz en mi otra discreta vida y en un profundo bosque..