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Israel guarda una de las llaves para que podamos continuar progresando como nación después de nuestro desastre actual con Petro.
Por Diego Santos - @diegoasantos
Cuando los primeros pioneros judíos llegaron a Israel, a mediados del siglo pasado, poco antes de 1948, se encontraron con una tierra que no tenía casi nada que ofrecer. Luego de recorrer miles de kilómetros, se toparon con un área desértica pedregosa, sin infraestructura, con escasez de agua y casi que intratable. ¿Y qué vamos a comer?, se preguntaron muchos al ver que las condiciones para el cultivo de alimentos eran muy complicadas.
Sin experiencia ni conocimientos, los pioneros parecían condenados a una lenta pero segura desaparición. Hoy, más de 70 años después, esa región cuenta con más de 10 millones de personas, puntea a nivel global en técnicas de agua y agricultura, y alberga probablemente a la sociedad más recursiva e innovadora del planeta.
Solemos mirar a Corea del Sur y a Singapur como los grandes ejemplos de monumentales transformaciones de la noche a la mañana, pero si hay un país que realmente ha obrado ese milagro, ese ha sido Israel, porque literalmente partió de la nada, en un campo minado de enemigos, con varias guerras que casi le cuestan la existencia y una crisis económica de enormes proporciones a principios de los 80.
Durante muchos años, Colombia tuvo unos lazos muy cercanos con Israel. En temas de seguridad fueron fundamentales para combatir a los movimientos terroristas, mal llamados guerrilleros y revolucionarios, y a los narcotraficantes. En temas de agricultura también nos permitieron lograr avances en varias zonas del país. También fueron clave en varios de los procesos de paz que tuvimos en el país. Pero la realidad es que nos quedamos cortos. Con Israel debimos haberlos tenido muchísimo más cerca para absorberles todo el aprendizaje posible para continuar con nuestro progreso.
Pero nos llegó un gobierno antisemita y nazista. Un gobierno al que sólo le faltó aplaudir a Hamás luego de la barbarie del 7 de octubre del año pasado (seguro lo hicieron en privado), que nunca se pronunció sobre los indiscriminados ataques de Jezbolá desde el Líbano, ni condenó la financiación del régimen terrorista de Irán para acabar con Israel.
Ojalá llegue pronto un gobierno que cambie de parecer, que sepa entender las circunstancias israelíes y reestablezca unos lazos que jamás debieron romperse. Israel no es ni un estado genocida ni antidemocrático, como lo plantea nuestro mandatario cada que puede. Israel guarda una de las llaves para que podamos continuar progresando como nación después de nuestro desastre actual con Petro.
Colombia necesita un estadista dispuesto a trabajar de la mano con Israel en el desarrollo de un hub innovador de tecnología en el país, de absorber la metodología y los procesos que anduvieron los israelíes para llegar donde están hoy, comprender lo que Ben Gurion quiso decir cuando señaló que “para ser realista, hay que creer en los milagros”, porque el realismo en Israel es lo imposible hecho realidad. Y Colombia, urgentemente, sobre todo después del mal habido gobierno que está padeciendo, necesita más que nunca cambiar su mentalidad y hacer posible lo imposible..