Por LUIS FERNANDO ÁLVAREZ J.
“Zeitgeist”, término alemán que traducido al español significa “el espíritu del tiempo o de la época”, es el vocablo utilizado por el autor Juan Manuel Pico para referirse a la necesidad de replantear y actualizar las políticas de Estado en educación de cara a la era digital. Expresa su preocupación por el atraso que en ciencias, lectura y matemáticas, experimenta Colombia frente a los países con mayor desarrollo en educación, de acuerdo con los resultados de las pruebas PISA 2018. Con respecto a los Estados mejor calificados, en las tablas de evaluación nuestro país presenta un atraso de 4,43 años en ciencias, 3,58 años en lectura y 5 años en matemáticas. Significa, por ejemplo, que el desarrollo en matemáticas de un alumno nuestro de grado 11 puede corresponder al de un alumno de grado 6 en países de alto nivel.
Con el mismo sentido, en las redes se publica la entrevista con Alex Beard, un profesor del sur de Londres, quien luego de mucho tiempo de docencia se sintió estancado en su trabajo, al considerar que después de tantos años seguía repitiendo de manera similar su actividad docente. El señor Beard se retiró y decidió visitar más de 20 países con el fin de verificar los nuevos métodos de enseñanza, necesarios para encarar los retos del siglo XXI. Como resultado de su investigación publicó el libro “Otras formas de aprender”, con reflexiones sobre los temas más importantes que desde ahora debe enfrentar la educación, para desarrollar la sociedad del futuro.
Afirma que despertar en los alumnos la creatividad y la capacidad para resolver problemas, son los grandes desafíos del docente de hoy, afirmación que compartimos en nuestra facultad de Derecho de la UPB, en reciente charla con el maestro Luis Gabriel Botero Peláez. A lo anterior, anota el autor, debe agregarse la formación en competencias para manejar las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial. Expresa que uno de los peores errores en docencia, consiste en seguir utilizando el método socrático con estudiantes que tienen celulares y viven pensando en el futuro. No es posible seguir educando para superar exámenes, sino para afrontar las exigencias del futuro. Lo importante no es suministrar información sino aplicar sistemas para moldear la motivación, porque al final son los alumnos quienes van a sentar las bases filosóficas, políticas y económicas del futuro.
Concluye diciendo que hay que esforzarse por darles autonomía y fortalecer su profesionalismo, en vez de culparlos con el argumento de que las generaciones más jóvenes son menos juiciosas y no dan la talla. Hay tres retos en educación: Aprender a pensar de acuerdo con los retos del futuro, aprender a actuar como personas creativas, aplicar la creatividad en la solución de los problemas. Además, enseñar a sentir empatía por otros, a nivel local y global, la educación no puede estimular la polarización.
Hay que indagar qué tan dispuestos estamos los docentes para afrontar estos desafíos, en lugar de seguir repitiendo lo que se hace desde tiempo atrás.