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Juan David Ramírez Correa
Columnista

Juan David Ramírez Correa

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Egan no es el salvador

Por JUAN DAVID RAMÍREZ CORREA

juanda@une.net.co

Lo que hizo Egan Bernal es monumental. Ganar el Tour de Francia es algo increíble. Representa mucho para el deporte colombiano y lo convierte en el deportista referente para muchos. Un ejemplo de vida inmenso.

Detrás de su triunfo está la confirmación de que el ciclismo es el país en plenitud. Siempre hay un ciclista colombiano sonando en las diferentes pruebas del calendario internacional y cuando llegan las grandes pruebas, aparecen los grandes en la baraja de favoritos. No en vano, tres de los cuatro ciclistas que corrieron esta edición del Tour de Francia quedaron entre los diez primeros. ¡Eso es mucho para un país álgido de emociones!

Hoy la emoción que brinda el ciclismo manda en Colombia. Eso está bien. Nos merecemos celebrar a rabiar lo que Egan logró. Lo malo sería, como solemos hacerlo, quedarnos embriagados en las mieles del triunfo, olvidando que hay otros rollos que nos frustran como sociedad y nos dejan muy mal parados.

El pasado viernes, día que Egan coronaba Col de l’Iseran, en los Alpes franceses y se vestía de amarillo, miles de colombianos salieron a las calles para rechazar lo que estamos siendo: un país asesino de líderes sociales. Desde enero de 2016 hasta mayo de este año, han asesinado a 482 líderes, develando el sistemático propósito de los violentos para someternos a un caos perfecto donde solo ganan ellos, se debilita el Estado y se acaba con la democracia.

Ese mismo día publicaron los resultados de la primera encuesta de Violencia contra Niños, Niñas y Adolescentes realizada en Colombia. Los resultados confirman lo mal que estamos con respecto al cuidado de las futuras generaciones en el país. Los datos dan asco: 41 % de los menores en el país han sufrido algún tipo de maltrato físico, psicológico o sexual. Cada 22 minutos un menor es abusado en esta tierra de ciclistas campeones. Ah, se me olvidaba: esos niños maltratados son los mismos que gritan “¡Egan, Egan, Egan!” y se llenan de emoción por ver triunfar a nuestros deportistas.

La muerte de líderes sociales y la violencia contra la niñez hacen parte de una larga lista de asuntos que no podemos obviar, por más que el momento sea de máxima euforia. Así como recordaremos la imagen de Egan levantando sus manos en los campos Elíseos, también debemos recordar la conmovedora escena del hijo de la líder Maria del Pilar Hurtado, llorando frente al cuerpo de su madre recién asesinada en Tierralta, Córdoba.

“Colombia merece el Tour”, dijo Egan. Muy cierto, porque siempre ponemos el sentimiento nación por encima de cualquier consideración para apoyar a nuestros deportistas. Ese mismo sentimiento es el que debemos mantener para superar lo que nos asfixia, porque también merecemos un mejor país. El mayor error que podemos cometer es hacer de este triunfo un placebo de la realidad, porque el efecto Egan no es el salvador de los problemas del país.

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