Hay quienes sostienen que hoy en día los padres compramos el amor de los hijos y que nos adoran, pero no porque somos muy importantes para ellos, sino también porque les damos todo lo que piden para compensar nuestra ausencia.
Lo grave es que con nuestra “generosidad” lo que estamos logrando es enseñarle a los niños a vender su buena conducta cuando les ofrecemos un premio si obedecen, si se comen todo, si estudian formales o si se levantan a tiempo.
Es un mal negocio y una pésima enseñanza entrenar a los niños a canjear su amor o su colaboración por cosas o privilegios que no se merecen o no les corresponden. En esta forma lo que logramos no es enseñarles a que sean responsables y colaboradores sino entrenarlos para que hagan lo que deben por...