Dios es amor y por ser amor, sale de sí mismo a crear criaturas de amor. La piedra, el árbol, el pájaro y el hombre somos criaturas de amor, cada una a su modo. El amor determina nuestra existencia.
Amor es unidad de dos. Yo amo en la medida en que hago unidad conmigo mismo, con los demás, con el cosmos y con Dios. El amor es el modo que yo estoy llamado a poner en mi relación con cada ser, comenzando por mí.
Mantengo limpia, ordenada, decorada y acogedora la casa en que vivo. Esos gestos con mi casa me indican que hago unidad con ella, y así, la amo. Soy detallista, comprensivo, generoso, acogedor y solidario con las personas. Esos gestos míos indican que hago unidad con ellas, es decir, las amo.
Jesús expresa así su amor con el Padre: “Yo y el Padre somos uno” (Juan 10,30). Y lo que él es con el Padre, es lo que pide para todo ser humano al orar así: “Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros” (Juan 17,21).
Frecuentemente llamo amor a los apegos, como pasa con un ser querido, la mamá, la esposa, los hijos. Creo que los amo, cuando en realidad estoy apegado a ellos. Por amor, doy, me doy, soy libre y responsable. Por apegos, recojo, acaparo, retengo, soy dependiente y aun esclavo de lo que creo que amo.
En el siglo XXI los apegos, que son la codicia, circulan por el mundo entero. Así lo demuestra la corrupción en todos los ámbitos, corrupción generadora de mentira, engaño, violencia y muerte. Y cuya única medicina es el amor.
Cuando Jesús dice: “El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí” (Mt 10,37), me está haciendo ver la jerarquía en el amor. Cuando Él me invita a amarlo sobre todas las cosas, me está abriendo el horizonte infinito del amor, pues, según San Bernardo, “la medida del amor es amar sin medida”.
Cuanto más amo a Dios, más aprendo a amarlo todo, comenzando por mí mismo, pues Dios es el maestro del amor. Lo que yo, hombre del siglo XXI tengo por aprender cultivando mi relación de amor con mi Creador. Lo hago entrando en mi interior, donde me encuentro con Él amándome y enseñándome a amar a cada persona y cada cosa, como Él me ama .