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El hambre

Por anacristina aristizábal uribe

anacauribe@gmail.com

El hambre ronda las calles. Grita desde las aceras “tengo hambre, por favor denme comida”. Y cuando alguien les da comida, ahí mismo, en la acera, se sientan a comer un banquete en tiempos de hambruna: un pan con aguapanela.

Es el hambre en persona, rondando las calles de los barrios de la ciudad, como nunca antes lo había visto. Es una escena que a lo mejor no la han vivido quienes habitan en unidades residenciales, pues la portería les impide ver lo que está pasando en la calle. Puede que la hayan visto en algún noticiero de televisión, en trinos o en informes periodísticos.

Lo que está pasando es dramático. Si antes nos parecía que la pobreza era mucha y que la desigualdad saltaba a la vista en esta ciudad de las desigualdades, no habíamos visto nada. No quiero ni pensar qué estará pasando con los niños y los adultos mayores que ni siquiera pueden salir a las calles a clamar por comida ante los edificios y las casas.

No sé si las ayudas gubernamentales estarán llegando a tiempo a su destino final. A juzgar por los gritos frente a mi balcón, no. ¿Cuántas veces, después de 50 días de parálisis, habrán llegado a los 30 millones de colombianos (¡más de la mitad del país!) las ayudas de Ingreso Solidario, Familias en Acción o la devolución del IVA (El Espectador, 7/05/2020)? Y, sinceramente, no creo que entre los beneficiados, estén los que han pasado frente a mi balcón pidiendo comida a gritos.

Dicen que después de esta crisis deberíamos salir mejor como país y como sociedad. Pues que esta emergencia nos permita entender que lo que necesitamos es empleo digno para todos. Tiene razón la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez cuando dice que “más que nunca”, es necesario que los trabajadores “valoren sus empresas, agradezcan la bendición de tener un trabajo formal, prestaciones y su seguridad social” (El Espectador, 7/05/2020). El problema es que, como se ve con la cifra que ella misma ha entregado (30 millones de personas recibieron ayudas del Gobierno), una inmensa mayoría en el país no tiene trabajo formal. ¿De quién depende la creación del “trabajo formal”? ¿Del Gobierno o de los particulares? ¿De quién depende que se construya equidad? ¿Por qué no lo han hecho? ¿Lo harán cuando esto termine?.

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