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El invencible
verano de Lilian

¿Por qué tardó tanto? ¿Quién decide cuánto tiempo es mucho o poco?, sencillamente, como se cuenta en el relato: ‘ante lo inconcebible, no supimos qué hacer. Y callamos’.

19 de mayo de 2023
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  • El invencible verano de Lilian

Por Diego Aristizábal Múnera - desdeelcuarto@gmail.com

¿Qué es un nombre?, no estoy tan seguro de que dimensionemos lo que implica pronunciar alguno, saber qué carga, qué es, qué construyó o quién lo extrañará sin importar el tiempo que pase.

Estoy casi seguro de que si leemos los siguientes, pasarán casi desapercibidos para muchos, pensaremos que son nombres cualquiera, alguna invención, quizás: Maité Cárdenas, Viviana Chamorro, Ana María Suárez, María Camila Romero, Valentina Trespalacios, Yesica Paola Campo, Yudy Paola Acero, Yamile Brito, Lady Carolina Navarrete, María Angélica, Sandra Milena Saavedra, Érika Aponte. ¿Reconocen alguno? ¿Estrujaron la memoria porque sienten que hace poco escucharon al menos uno de ellos?

Esos 12 nombres son de mujeres que están muertas porque fueron víctimas de feminicidio en Bogotá en lo que va corrido de este año. Y si los medios han vuelto a hablar de este asunto es porque el último nombre de la lista, el que quizás algún lector reconoció, fue el de Érika Aponte, la mujer asesinada por su expareja en un centro comercial de Bogotá. Según datos del Observatorio Colombiano de Feminicidios, al 31 de marzo de 2023, en el país se han registrado 133 asesinatos de mujeres.

¿Cómo no ser indolentes ante esta situación? Hace poco leí el libro de la escritora mexicana Cristina Rivera Garza, El invencible verano de Liliana, que, a propósito, es finalista del Premio de Novela de la V Bienal Mario Vargas Llosa, un libro que no es agradable de leer pero que todos deberíamos leerlo, compartirlo, incluso usarlo como pretexto de conversación en colegios y universidades.

Liliana Rivera Garza fue asesinada el 16 de julio de 1990, en la Ciudad de México, por su expareja, tenía 20 años. Pasaron 29 años, tres meses y dos días para que su hermana, la autora de este libro, decidiera volver sobre el proceso. ¿Por qué tardó tanto? ¿Quién decide cuánto tiempo es mucho o poco?, sencillamente, como se cuenta en el relato: “ante lo inconcebible, no supimos qué hacer. Y callamos”. Mientras tanto, las dudas de siempre: ¿Qué fue lo que no vimos?, ¿Por qué no pudimos protegerla? Y casi de inmediato, para no dar las manidas justificaciones de esta sociedad que sigue buscando las razones del asesinato en la víctima: “la única diferencia entre mi hermana y yo es que yo nunca me topé con un asesino”.

La novela, a través de testimonios, diarios y cartas de la víctima, nos permite entrar en su universo y comprender por qué, así revolviera el mundo, Liliana no encontraba un lenguaje para nombrar la violencia que la seguía de cerca, donde, quizás, su peor error fue creer que podía enfrentar sola al patriarcado y que podía ganarle.

Hacer consciente la pronunciación de un nombre: Liliana Rivera Garza, como lo descubre la autora de este libro, tantos años después, es el primer paso para que estos casos de feminicidio no queden impunes. Este libro nombra lo que algunos no quieren nombrar, habla de cosas que duelen pero que debemos saber.

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