Amable lector. La Revolución Francesa transcurrió entre los años 1789 a 1799. La mayoría de la población era campesina e ignorante. París tenía cerca de 650.000 almas, algunas instruidas y visionarias, que escribieron documentos de gran trascendencia para la humanidad que aún perduran, entre otros: La Declaración de los Derechos del Hombre.
Igual que en el circo romano, donde los espectadores se divertían viendo a las fieras devorar a sus semejantes, en París y otros lugares el pueblo se regocijaba hasta el delirio cuando ajusticiaban a cientos de hombres y mujeres. Las innumerables atrocidades que se cometieron no son posibles de ocultar.
La Catedral de Notre Dame (Nuestra Señora), se comenzó a construir en 1162 y se terminó en el año 1345. A través del tiempo ha sido reparada y se le han hecho múltiples adiciones. Durante la revolución fue saqueada y sus reliquias profanadas, casi todas de un inmenso valor histórico; luego fue utilizada como bodega. Napoleón Bonaparte la recuperó para la Iglesia y fue donde se coronó emperador en compañía de Josefina.
En el año 1831 Víctor Hugo escribió: Nuestra Señora de París. En esta obra los personajes principales son: Frollo, el archidiácono de la Catedral; Quasimodo, el jorobado, que fue abandonado por su madre en ese lugar. Y Febo, un capitán que se enamora de una gitana de nombre Esmeralda.
El jorobado, que además era sordo, vive prisionero en las alturas de la Catedral donde lo vigila Frollo, que pese a su investidura religiosa es un malvado. Un día el jorobado se escapa de la torre y se va a la ciudad. Conoce a la gitana y a su pretendiente; en adelante les salva la vida en varias ocasiones y a ella la quiere.
París es un magnífico y encantador espectáculo cuando entra la luz fresca de una mañana de verano, tal como lo describe el autor. Frollo busca por todos los medios poseer a Esmeralda, ella se niega. Al final, en venganza ordena que muera en la horca. El jorobado ve cuando la entrega antes de subir al patíbulo; iba vestida de blanco. Poco después el jorobado se encuentra en la torre con Frollo y lo empuja al vacío. Este cae en un andén y lucha por no desprenderse, al final muere en el piso.
Años más tarde en esa ciudad existía un enorme osario donde se hallaban los cuerpos de los ajusticiados por el pueblo. Excavando se encontraron dos esqueletos estrechamente abrazados. Uno de mujer con algunos girones de tela blanca; otro de un hombre que tenía la columna torcida y que no había sido ahorcado. Llegó por sus propios medios y allí murió.
La Catedral de Notre Dame, gracias a Víctor Hugo, seguirá siendo un tesoro, no solo del mundo cristiano, sino de todos. Reflexionando sobre las hermosas páginas de este libro, no es fácil sustraerse a la idea de que muchos humanos, a pesar de caminar erguidos, tienen el alma torcida. Lástima que esta obra maestra de la literatura ya no se encuentra en las librerías.