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El mejor momento

Rememoro los trabajos que hice a mis treintas y me cuestiono por qué dudaba tanto de mí misma si había logrado sumar con acierto las dosis justas de conocimiento, productividad y experiencia.

17 de septiembre de 2023
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  • El mejor momento

Por Sara Jaramillo Klinkert - @sarimillo

Como cualquier ser humano me doy más duro de lo que debería. Mis logros, a menudo, me parecen insuficientes. Digo: podría hacer más ejercicio, escribir mejor, comer mejor, ser más bonita, tener más gatos, aguantar más tiempo parada en la cabeza. También digo: podría tener más éxito, vender más libros, hacer más dinero y darme más gusto. Entiendo la trampa de mi propia ambición. He intentado construir la vida que he soñado pero, por andar pensando en lo que me falta, no me doy cuenta de que podría estar atravesando mi mejor momento. He aquí la gran paradoja de la existencia: uno nunca se da cuenta cuándo vive su mejor época, sólo lo sabe después cuando ya no puede recuperarla; después cuando ha pasado como un tren sin reversa dejando migajas de lo que ya no volverá a ser. La vida es un desperdiciadero de los mejores momentos, seguida de la frustración por no haberles sacado el debido provecho.

La prueba es que veo las fotos de mis veintes y me pregunto por qué era tan insegura si físicamente estaba atravesando por el mejor momento, con una juventud y energía a cuestas que jamás volveré a tener. Rememoro los trabajos que hice a mis treintas y me cuestiono por qué dudaba tanto de mí misma si había logrado sumar con acierto las dosis justas de conocimiento, productividad y experiencia. Por eso ahora, que ando por los cuarenta, intento vivir con los ojos abiertos y la atención en el presente. La pregunta me zumba mil veces al día como una abeja revoloteándome dentro de la cabeza: ¿Y si este fuera mi mejor momento?

En la novela autobiográfica Memoria de chica, Annie Ernaux, narra la vez que fue monitora en un campo de verano. Mientras observa a las adolescentes jugar sin prevenciones, con toda la energía y el entusiasmo de los catorce años, confiesa: «Las envidio sinceramente. No saben que están viviendo su mejor época. Es estúpido no saber en qué momento habríamos sido más felices». Y lo dice con conocimiento de causa porque, años atrás, ella había sido una de esas adolescentes en ese mismo campo de verano. Allí perdió la virginidad, de tal manera que aquel pudo ser uno de los veranos más trascendentales de su existencia y lo atravesó como uno más, ignorando la marca tan profunda que iba a dejar en su vida. Por fortuna,

Ernaux se convirtió en escritora y encontró la manera de sublimar los momentos que había desaprovechado por genuina incomprensión. Dijo: «La ausencia de sentido de lo que se vive en el momento que se vive es lo que multiplica las posibilidades de escritura (...) La opacidad del presente, debería agujerear cada frase, cada aserto».

Mi propósito ahora es vivir a fondo el único día que tengo: hoy. Vivirlo con todo lo que trae, levantar el manto de mi inconsciencia. No quiero perderme nada. No quiero arrepentirme después de haber desaprovechado las cosas buenas que me están atravesando. De ahora en adelante me levantaré cada mañana y diré: «Este es mi mejor momento» y luego saldré a la calle y haré el esfuerzo de creérmelo.

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