Hay miedo: la violencia ha sustituido al poder. La vida transcurre sin voluntad ni dignidad. Comunidades enteras están sometidas a regímenes de violencia implantados hace años. La violencia constriñe y controla el comportamiento de todos. Los muertos recuerdan que el que no se someta perece. Así, la violencia engulle, domina voluntades y amordaza. La violencia está ahí, es normal. Todo es miedo; todo es arbitrariedad.
Esta dinámica califica la vida de cientos de miles de personas que habitan en zonas controladas mediante la violencia; son comunidades pobres, excluidas y abandonadas por el Estado. No son sólo regiones rurales; muchas zonas de nuestras ciudades están determinadas por esta lógica. El régimen de control puede ser más o menos intenso....