Hay una historia que siempre hace que se me agüen los ojos. Corría el año 1945, la Alemania nazi había sido derrotada y las cenizas del holocausto cubrían literal y figuradamente los cielos de Europa. En ese entonces, un rabino llamado Eliécer Silver decidió ir a varios pueblos para encontrar a los niños judíos que estaban en orfanatos descuidados. Para poder reconocerlos y reclamarlos sin problema ante autoridades o cuidadores de paso, dijo en voz alta una oración que suelen recitar los padres judíos a sus hijos antes de dormir. Cuando eso ocurrió, niños de todas las edades comenzaron a llorar y a abrazarlo mientras llamaban a sus papás desaparecidos. La misma situación se repitió en diferentes pueblos y ciudades de Europa. Gracias al deseo...