La gente de Palestina y de Judea estaba fascinada con Jesús sin saber con claridad por qué. Igual como nosotros. Y el Evangelio de Juan (Jn 6,24-35) nos lleva hoy a reflexionar sobre lo que buscamos en Jesús.
Efectivamente, mujeres y hombres se habían ido detrás de Jesús hasta la colina del otro lado del mar de Tiberíades. Estaban tan impresionados con él y tan deseosos de oírlo que se olvidaron de llevar comida. Jesús se dio cuenta y realizó el signo de la multiplicación de los panes. La gente sintió que Jesús compartía con ellos su fatiga y su pan hasta saciarles. “Este es en verdad el Profeta que tenía que venir”, comentaban. Por eso, cuando Jesús y sus discípulos atravesaron el lago de regreso la gente les llegó por tierra, deseosa de seguir...