Los colombianos honestos, o sea, la gran mayoría de los ciudadanos de este país, están mamados de la corrupción tan penetrante. Porque ya no se trata tanto de individuos que son corruptos sino de un sistema de poder. Es decir, la corrupción se ha convertido en una estrategia para crear consenso político, manejar la contratación pública y hacer negocios.
Pero, para ser eficaz, la lucha contra la corrupción tiene que ir de la mano con la lucha contra la mafia, y por mafia no me refiero solamente a las organizaciones criminales dedicadas a las rentas ilegales, sino a una articulación de poderes más amplia. La mafia es aquella zona gris compartida por narcotraficantes, políticos, empresarios, fiscales, curas y policías, quienes se juntan para servir...