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Por Guillermo López A. - opinion@elcolombiano.com.co
Como llamando a que les tengamos compasión y que de algún modo nos sintamos tristes por su suerte, los ancianos del ELN dicen que ellos pertenecen a una organización pobre y que “están obligados” a secuestrar para poder sobrevivir. No pueden entender que el secuestro no es una ocupación y que quienes lo practican son despreciables; tampoco entienden que nadie tiene derecho a hacerle mal a otro.
Los ancianos dirigentes del ELN, a pocos años de abandonar la vida deliran con que gobernarán a Colombia. Nunca han pensado que nada tienen que aportarle al país y que frases como “aún no existe ningún acuerdo sobre cambios del país y todo está por discutirse” son tan vacías como las de la última campaña presidencial.
Pero es que el ELN, compuesto por personas que nunca han trabajado y que han procurado en cada “paro armado” que el país no avance, no pueden presentarse ahora, como ya lo han hecho en otras oportunidades, a darle lecciones al país de cómo debe conducirse para alcanzar el progreso.
Qué curioso que digan que no son narcotraficantes y todos sus frentes se encuentren precisamente en los lugares donde hay más cultivos de coca. Esos que humillan a los periodistas y al país haciéndose llamar “comandantes”, han querido que las mentiras ocupen el lugar de las verdades y perdieron el respeto que le deben a sus semejantes.
Pero lo peor es que el ministro Velasco diga lo siguiente “así como las Fuerzas Militares y la Policía Nacional viven del presupuesto nacional que sale de los tributos de los colombianos ¿por qué no puede hacerse lo mismo con el ELN mientras dure el cese al fuego?” Lo penoso de esta frase es que el gobierno piensa permanentemente en cómo financiar a los que le hacen daño y le causan perjuicios a los ciudadanos que cotidianamente gastan su vida al servicio de Colombia. Para expresarse así no hay sino una razón: el principal ministro de Petro no ha leído la Constitución Política de Colombia.