Don Gabriel Vergara era un pariente mío, que tenía un mal genio permanente. Era un buen mozo, según opinaban las damas de la época y tenía una novia que la llamaban “La Avioneta”, no sé por qué razón.
Por algún motivo, debió comparecer don Gabriel al juzgado promiscuo, como testigo de un proceso y el secretario del juzgado empezó:
--Dígame sus datos, don Gabriel: nombres, apellidos, número de cédula, profesión etc.
El secretario, Saulo Montoya que conocía muy bien a su amigo iba escribiendo de memoria los datos de Gabriel, sin que este pronunciara palabra, pero de pronto dijo:
--Oíste, maldito Sapo, (así llamaban a Saulo) ¿qué me pusiste de profesión?
--Hombre Gabriel, yo te puse aviador. ¿O vas a renegar de tu novia?
Esta semana leímos muy buenos...