Este es el último año de los dos cuatrienios de Santos. La última oportunidad de recuperar parte del tiempo perdido, malogrado en políticas improvisadas. Discutibles en la poca transparencia por la forma como sometió, a través del presupuesto nacional, a políticos y congresistas que perdieron la capacidad de ejercer con libertad la fiscalización de los actos de gobierno. Gestión sobre todo, bastante discutible en lo económico. Un crecimiento cicatero, una deuda pública alta, un déficit fiscal preocupante, son materias que le harían reprobar el curso.
Reactivar la economía –decía en estos días el exministro de Hacienda Roberto Junguito– es el mayor reto que tiene Santos. Porque de esto sí que depende que su proceso firmado con la subversión se...