La situación de los dos partidos tradicionales colombianos es deplorable. El Conservador se pega, en su división jerárquica, a dos candidatos, aspirando a que quien gane la presidencia les garantice acceso a la nómina oficial. El Liberal está encartado con su “inanimado” postulado presidencial. A ambos se les marchitó la cosecha de dirigentes. El protagonismo de rojos y azules no puede ser más deprimente.
¿Qué se hicieron los grandes dirigentes del liberalismo y del conservatismo? ¿Dónde están las huellas de sus más representativos jefes del siglo pasado? ¿En qué rincón quedaron las pisadas, con muchos aciertos y no pocos errores pero definidas, de sus líderes? ¿Por quiénes fueron sustituidos? ¿Acaso por actores comprometidos en el transfuguismo...