Supuestamente, estamos sumidos en un proceso de paz; pero no se siente. Nos lo tienen que recordar mediante propaganda.
La vida social en Bogotá, Medellín o cualquier otra ciudad colombiana procede como si nada: salvaje, y llena de desespero, agobio y desorden. Hay campañas publicitarias oficiales que nos recuerdan que este año somos un país diferente, que deberíamos estar en paz. Algo está muy mal cuando la paz no es evidente.
Gran parte del problema se debe al acostumbramiento al ambiente de guerra. La vida social lleva décadas condicionada por la polarización, la desconfianza y el miedo; así, vivimos en guerra, normal. Por esta razón, un proceso político como la implementación del Acuerdo de paz, que debería ser trascendental y convocar intereses...