Hay imágenes que uno preferiría no haber visto. Como las del domingo pasado. Unos familiares prendieron el televisor de mi casa y ahí estaba la periodista María Elvira Arango anunciando un reportaje del equipo periodístico de Los Informantes sobre la cárcel Bellavista en Bello.
Aparecieron imágenes que ocurren relativamente cerca de tu casa y la mía: gente que duerme en el piso de un baño mientras le caen goteras de agua sucia. Ratas que perdieron el miedo y junto a otros bichos rozan los cuerpos humanos. Personas que atan una cobija sobre las rejas para que esta se transforme mágicamente en hamaca y sirva para conciliar el sueño. Por Bellavista se pasean las armas y sobre todo los narcóticos, que según los reclusos, es lo único que les permite aguantar la denigrante estadía. Los que tienen dinero, pagan entre 60 y 100 mil pesos semanales por una celda pública al “cacique” o recluso poderoso. El precio aumenta si hay televisor o es más grande.
La falta de espacio es tal que algunos se dividen en turnos de seis horas para dormir en el piso. En el patio 4, por ejemplo, viven 1.400 reclusos vigilados por un guardián. Sí, uno solo que sufre y teme. En el programa radial “Pasa la voz”, emitido por Múnera Eastman Radio y en el que participa el concejal Luis Bernardo Vélez, entrevistaron a Luis Alberto Pinzón, presidente de la Unión de Trabajadores Penitenciarios de Bello. Según él, allí viven 5.914 reclusos, hay un hacinamiento del 238 por ciento y riesgo de colapso. La cárcel fue construida para 2.240 internos, hoy la habitan más del doble. Carlos Contreras, de la Fundación Abriendo Caminos, dice que Bellavista puede ser considerada la cárcel más hacinada del país y con el mayor número de internos muertos en la historia penitenciaria reciente. Luis Bernardo Vélez agrega que este tema también sirve para otra reflexión: “¿Qué debe pasar en nuestra sociedad para que no lleguen tantas personas a las cárceles? ¿Qué haremos para prevenir que los reclusos reincidan? Según el artículo 4 del Código Penal, el fin de la pena es que la persona reflexione sobre el error, no lo repita y mejore. Pero como está la situación en Bellavista, los reclusos salen peor. Basta analizar otros países para entender que una cárcel puede ser diferente. Un ejemplo es la prisión de Bastoy en Noruega, a donde llegan personas con delitos graves. Sin embargo tienen acceso a computadores, nutrición y educación. Este lugar tiene la tasa más baja de reincidencia criminal de Europa. Otras prisiones en varios lugares del mundo también trabajan actualmente por mejorar sus condiciones e impacto en las personas. Y nosotros mientras tanto, tenemos un centro penitenciario así tan cerca y muchos cierran los ojos o no se dan cuenta.
NOBLEZA URBANA: Y también hay imágenes que da alegría ver. Como la ocurrida una de estas noches en el sector de Provenza, en la que un hombre generoso detuvo su carro para hablar y colaborarle a una abuela cansada que es vendedora ambulante y se emocionó. Conectarse con otros y querer ayudar sin juzgar hace la diferencia.