Pico y Placa Medellín
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El caos que se nos viene conlleva un reto que solo será salvable generando un impacto de envergadura de parte del Estado.
Por Federico Arango Toro - fedearto@icloud.com
La movilidad es factor fundamental en la competitividad de cualquier ciudad y región. Bajo esta premisa, Medellín y el Valle de Aburrá, a causa de su trágico tráfico, pierden atractivo aceleradamente y con expectativas de empeorar.
La geomorfología del Valle de Aburrá, largo y estrecho, con altas pendientes en sus laderas, es determinante central para nuestros principales retos en movilidad. La zona urbana, midiéndola desde el norte de Bello hasta el sur de Sabaneta, tiene una longitud de unos 24 km en línea recta, con un ancho promedio del orden de 4,5 km, una relación de esbeltez del orden 5 a 1. Esta conformación determina un marcado flujo vehicular norte-sur y viceversa, siendo la Autopista y la Regional las principales vías, por no decir únicas, para tal recorrido.
Además, el valle en su centro está signado por el Río Medellín, al cual confluyen decenas de quebradas conformando una cuenca hidrográfica que con taludes, canales, separadores y zonas de protección son obstáculos significativos para desarrollar una robusta malla vial. Pero, muy especialmente, el río, sobre el que solo hay 17 cruces disponibles en 24 km, genera enormes restricciones en los flujos oriente-occidente.
Todo lo anterior resulta en sobre congestión en el único corredor continuo disponible norte-sur, cuál es el par vial existente a ambos lados del río, el que, además, carga con tráfico propio por ser troncal nacional. Tal su deficiencia en movilidad, que siendo vías con velocidades de diseño de 80 km/h, solo operan alrededor de 20 y 35 Km/h en horas pico y valle, respectivamente.
A estas consideraciones de tipo estructural, se agregan presiones que emergen acompañando las dinámicas del desarrollo, siendo la más significativa la hipertrofia del parque automotor que se ha multiplicado por 7 en los últimos 20 años, sobrepasando los dos millones de vehículos y con recomposición entre motos y automóviles existiendo hoy 1,5 motos por vehículo, con los efectos que ello tiene en circulación, seguridad, medio ambiente, etc.
Otras preocupaciones no menores son el próximo incremento del tráfico de carga pesada ingresando por zonas residenciales y comerciales del noroccidente provenientes del inminente inicio de operación de Puerto Antioquia; la no solución de continuidad existente entre los túneles de oriente y occidente —única transversal del departamento— con tráficos crecientes, generando en sus desembocaduras altísimas presiones vehiculares en vías de especificaciones muy inferiores a las requeridas; la creciente indisciplina en el parqueo en vías públicas por carencia de espacios para el fin, etc.
Peor aún, por sobre toda la gravedad de lo señalado, con solo unos pocos ejemplos, destaca la lentitud de la ejecución pública. A hoy, aún no terminan la ampliación de la Transversal 34 y las obras por valorización decretadas para la Comuna 14 —El Poblado— en Resolución 0725 del 2009 y Decreto 1736 de 2014.
El posible caos que se nos viene encima conlleva un enorme reto que solo será salvable, generando un impacto de significativa envergadura de parte del Estado. Gobiernos Nacional, Departamental, Distrital y Área Metropolitana deben abordar integralmente esta responsabilidad, con una mirada de largo plazo, como ya lo hiciera el municipio hace cerca de 75 años, proyectando décadas con visión de futuro, para luego proceder a ejecutar con urgencia y máxima eficiencia.