En noviembre de 2011, apenas cuatro meses de iniciada la medida en Medellín, fui sorprendido con mi primera fotodetección. Había despertado con tres o cuatro problemas de trabajo que rondaron en mi almohada, y olvidé la restricción de pico y placa. No solo acaté las consecuencias de la infracción, sino que esa misma semana escribí una de mis columnas, ponderando el compromiso ciudadano con una circulación responsable en las vías, y la oportunidad de ese mecanismo para avanzar en la formación de la “inteligencia vial”.
Pero la medida se ha vuelto polémica, y con toda la razón. Son cada vez más las voces que se alzan en protesta por los atropellos cometidos por la administración del sistema. Para muestra, un botón de mi camisa: el pasado 20 de...