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Diego Aristizábal
Columnista

Diego Aristizábal

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Fragmentos de carretera

Por Diego Aristizábal - desdeelcuarto@gmail.com

Uno

Fue hace poco, por la vía que conduce a Buenaventura. Un camión cargado de azúcar se voltea y el carro donde voy es el tercero en llegar, por poco presenciamos el accidente. Un par de personas se dirigen al camión bajo esa oscuridad y ese silencio que cobijan los accidentes. Pensamos que quienes ya están cerca del camión auxiliarán a los que van en el vehículo, mientras nosotros tratamos de reportar el accidente. La sorpresa es mayúscula cuando los carros que empiezan a llegar, las personas que empiezan a llegar se acercan al camión y cada uno sale con su bulto de azúcar, perdón, con sus bultos de azúcar. No es gente que la necesite verdaderamente, pienso, roban por robar, para venderla, para hacer daño. No hay conciencia ante el dolor de los demás. La historia se repite varias veces en las carreteras de este país, pero a mí me sigue doliendo. ¿Dónde quedó la solidaridad por el otro?, ¿basta la estúpida justificación de que la carga está asegurada? Nos estamos robando nosotros mismos la bondad.

Dos

No es solo “abrir” bibliotecas en el país y que lleguen ciertos libros a las regiones más apartadas, es necesario dinamizarlas, poner la vista sobre ellas para que funcionen libremente y puedan hacer lo que deben hacer: que las personas se enamoren realmente de los libros, que cambien la percepción que tienen de estos espacios. En Caucasia, Antioquia, un edificio entero estaba destinado para la biblioteca y otros programas de carácter educativo y cultural, pero, de repente, el edificio se llenó de oficinas administrativas, de una reja que parece la de una cárcel y ahuyenta desde el primer piso y cierra del todo cuando hay consejos de seguridad. Una biblioteca es todo lo contrario a restricción, a abandono. Una biblioteca no puede funcionar solo con una persona, no es abrir la puerta y ya. Es necesario que se miren de cerca estos espacios para que funcionen como debería ser; de lo contrario, mejor cerrarlos. Una biblioteca también se mata cuando no sabemos para qué sirve. ¿Para qué sirve una biblioteca? ¿Cuándo sería la última vez que el alcalde de esta región, los alcaldes de cada región de nuestro país fueron a alguna biblioteca pública porque sí, a leer en una mesita, a recorrer anaqueles? ¡Qué va!, estoy soñando.

Tres

Cuenta la gente que cuando el actual alcalde de Nechí ganó las elecciones en 2019, un grupo de manifestantes, inconforme con el resultado electoral, decidió quemar el edifico de la alcaldía. Ahora la alcaldía está ubicada donde es, o era, la Casa de la Cultura, pues para qué una casa de la cultura, ¿no? Lo curioso es que hoy, en el lote donde estaba la alcaldía, que se incendió hace tres años, hay un circo. La entrada cuesta tres mil pesos, las últimas funciones son esta semana. Política y circo, ¡qué paradoja!, ¿cierto? 

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