raúl e. tamayo gaviria
Don Gumer era el héroe para mi mente infantil que transcurría entre Sopetrán y el río Aurrá, por allá a mediados del siglo pasado. Sus historias llenas de misterios, unos inventados, otros vividos por el mismo Don Gumer, eran el encanto de mis hermanos y mis padres, que nos sentábamos alrededor del viejo a escucharle por las noches. Oigan esto:
“Me pasó un día, caminando por las lomas de Vallejuelo, de San Nicolás pa’rriba. Me topé un entierro que un buscador no fue capaz de sacar. El hombre había cavado un hoyo muy grande, hasta que destapó una gran taza de hierro boca abajo. Así la vi yo en el fondo del hoyo. Alumbré con la linterna y leí un letrero que decía:
“Dichoso y bienaventurado el que me voltee al otro lado”. Ver la leyenda y ponerme a trabajar, fue lo mismo, mientras un ñato se persigna. Pero hay mismito se me vino una plaga de cucarrones negros, avispas y alacranes empezaron a salir debajo de cada piedra. Ese animalero me hizo salir corriendo”.
Don Gumer, que se imaginó un gran tesoro debajo de la paila de hierro, no pudo explicar el fenómeno de las plagas que aparecieron y yo me acordé del letrero pensando en cambiar los gustos de algunos periodistas y caricaturistas comparándolos con los míos.
Por ejemplo: me encantan las caricaturas cuando están bien dibujadas o tienen un buen sentido humorístico. No les encuentro estas cualidades a Vlado ni a Papeto. El humor negro es muchas veces ofensivo.
Ni caricaturistas, ni columnistas, ni humoristas deberían tocar temas religiosos. Con criticar actitudes y errores de altos mandatarios, deportistas y políticos, tienen ricas fuentes de trabajo, ¿para qué ofender a multitudes atacando su religión o sus profetas o santos? Dibujen, ataquen y critiquen a los criminales que son nocivos a la humanidad y sus costumbres o a quienes se equivocan en sus actos.
Lo de Charlie Hebdo lo condenó todo el mundo por ser un crimen contra la libertad de expresión, hasta los gobiernos que no respetan la libertad de prensa, como los dictadorzuelos de Maduro, Evo, Correa y la Fernández de Kichner protestaron por cumplir, pero lo cierto es que los caricaturistas no debieron haber tocado a Mahoma en formas tan ofensivas. Las muertes de los periodistas empeoraron la situación y nadie sabe en lo que todo puede acabar.
Pasando a la radio, los cambios en La Luciérnaga de Caracol, con la salida del doctor Hernán Peláez, son desastrosos: sacar a Gardeazábal y dejar a ‘rabo de ají’ Gaviria, puede ser el preámbulo de la muerte de un programa de facturación y audiencias millonarias.
Me encantan los buenos columnistas, pero no soporto algunos de Semana como a Daniel Coronell, Danielito Samper Ospina y Antonio Caballero. Y en la TV, Pirry y Manuel Teodoro. Uf ¡qué cucarronero tan espantoso! Lo siento si no están de acuerdo algunos, pero recuerden “dichoso y bienaventurado el que me voltee al lado.”
ÑAPA. No sabemos qué es peor, si escuchar a los narcoguerrilleros de La Habana, al general retirado de la Policía Óscar Naranjo o al presidente Santos hablando de un cese bilateral al fuego. ¿Ya están hablando el mismo idioma? Ahora que alguien me diga: ¿cuáles son los buenos?.