Aquí estaba, ahí estuvo, Nadya Tolokno viajó dos días desde la fría Moscú, ahí, sentada con su belleza inmaculada y su aparente fragilidad que acentuaban una mochila de hellow kitty y sus medias de colegiala, nos habló de lo que acertadamente hace unos años el periodista Juan Mosquera definió como artivismo, que no activismo; ella, modelo 89, estuvo ya en las frías prisiones de Siberia; artista performativa, más que cantante, brillante alumna de escuela destinada a desposar el presidente según vaticinios de su maestra, entendió hace tiempo, a pesar de su juventud, que el humor y el amor son herramientas y formas de resistencia y que son la acciones artísticas simbólicas y no violentas, los mecanismos adecuados de transformación; gracias a una...