PorJulián Mazo ZapataUniversidad EafitCiencias Políticas, octavo semestre jmazoza@eafit.edu.co
Dicen que Descartes, en su lecho de muerte, expresó que “hay que irse”. Sentenció, si se quiere, la maldición o la bendición para cada uno de nosotros, para todos: somos prescindibles. Borges, en El inmortal, retrata lo precario y abrumador que se tornaría el ser humano condenado a la eternidad.
En este relato, Marco Flaminio Rufo vive lo agobiante de su inmortal existencia al punto de que, encontrándose en un desierto, la escasa lluvia le causa un éxtasis inmediato, para después darse cuenta de que, en su condición de inmortalidad, el tiempo correrá sin sentido alguno, y entonces así, las lluvias serán cada vez más y los éxtasis cada vez menos.
Es...