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La Comisión Europea, el Ejecutivo europeo a todos los efectos, ha propuesto rectificar el veto a la venta de coches nuevos que emitan CO2, fijado para 2035.
Por Humberto Montero - hmontero@larazon.es
Se acabaron los cuentos chinos. Se nos ha caído la careta verde por completo. Europa avanza hacia la electrificación, pero el resto del mundo no sigue la estela y Asia continúa erigiéndose como el corazón fósil del mundo.
Lo cierto es que la demanda de carbón ha tocado techo y ha alcanzado los 8.850 millones de toneladas en 2025, aunque se espera que se estabilice antes de comenzar a declinar en 2030, según vaticinó ayer la Agencia Internacional de la Energía. Por lo que respecta al petróleo, el consumo global sigue creciendo, aunque lo hará apoyado sobre todo en Asia y en las economías emergentes, pero no en el Viejo Continente.
Según la OPEP, el mundo quemará en 2026 una media diaria de 106,5 millones de barriles, un 1,38% más que en 2025.
La UE, que acelera su despliegue renovable y endurece sus políticas climáticas, continúa desenganchándose del petróleo, pero lo hace en solitario frente a un planeta que todavía lo demanda en volúmenes crecientes.
India será el país donde más crecerá el consumo de crudo, impulsado por el auge de la gasolina, el diésel y la industria petroquímica. China, pese a moderar levemente su ritmo económico respecto a 2025, seguirá siendo el segundo mayor consumidor del planeta, solo por detrás de Estados Unidos.
Ante este panorama, Europa parece que al fin se ha dado de bruces con la realidad. La Comisión Europea, el Ejecutivo europeo a todos los efectos, ha propuesto rectificar el veto a la venta de coches nuevos que emitan CO2, fijado para 2035. La medida se inscribe en el marco de un paquete para aliviar a la industria del automóvil ante la ralentización de la demanda de eléctricos, la creciente competencia china y los aranceles de Estados Unidos.
Bruselas planteó el martes pasado que se introduzcan flexibilidades en los objetivos de emisiones, de modo que hasta un 10 % del volumen de CO2 conjunto de las flotas nuevas de cada fabricante en 2035 pueda compensarse mediante reducciones previas en la cadena de valor.
En resumen, que Europa se la envaina y queda levantando el veto a la fabricación de motores de combustión.
Normal. Los combustibles renovables ahora y los sintéticos en el futuro permiten reducir las emisiones de CO2 entre un 70% y un 90 % de forma inmediata en los vehículos de combustible habituales. Sin necesidad de arruinarnos a nosotros y a una industria que es en España, el segundo fabricante de vehículos europeo tras Alemania, uno de los motores de la economía.
Se puede descarbonizar con cabeza, sin caer en discursos trufados de histerismos. De entrada, la fabricación de coches eléctricos contamina más, aunque se mitigue con los años de uso, y sus residuos son más peligrosos. Lo dice hasta la española Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso de la Movilidad Eléctrica (AEDIVE), que en su Anuario 2023-2024 de la Movilidad Eléctrica reconoce que las baterías no terminan de reciclarse de manera adecuada. Los motivos que llevan a esta situación son los costes asociados y la peligrosidad de estos procesos, que involucran ácidos y temperaturas extremadamente altas.
Cualquier actividad humana genera huella, rastro y residuos. El truco es optimizarla sin dogmatismos.