Soy un asiduo melómano, en el sentido más amplio; tal vez más marcado con la mal llamada música clásica. En mi computador tengo disponibles grandes colecciones de todos los géneros, desde el canto gregoriano, hasta la música rock; archivos que muchas veces elijo escuchar de forma aleatoria, de tal forma que puede sonar la obertura de Los Maestros Cantores de Núremberg, de Wagner, y luego La flaca, de Jarabe de Palo, una chacarera de Eduardo Falú, o un Pueri Hebraeorum, de los monjes de Silos.
Pero últimamente me rondan decepciones, cuando me parece sentir que, al oír muchas piezas musicales, de distintas épocas y de distintos autores, estuviera escuchando lo mismo. Un porcentaje muy alto de lo que oímos suena igual o es un reciclaje de lo que...