Pensando en la comunicación con los amables lectores en este 2019, quisiera mantener el énfasis en invitarlos a pensar y actuar más colectivamente por una mejor sociedad. Obviamente esto implica no esconder los asuntos que nos parecen inquietantes, pero siempre sugiriendo o mostrando ejemplos sobre el cómo enfrentarlos dentro de la filosofía de que el bienestar es un asunto de todos.
Al mirar las columnas del 2018 no dejo de sentir una suerte de aflicción a la hora de recomenzar la relación con ustedes este año.
Es que muchos temas críticos siguen ahí, algunos como una herida mortal que no cierra. El más importante: el respeto a la vida. Los asesinatos frecuentes de líderes sociales, de guardaparques (¡como lo leen!), de policías, es decir, de quienes asumen responsabilidades públicas y la ola de homicidios en la ciudad, son bien inquietantes. Un panorama que no podemos permitir que vuelva a ser parte del paisaje colombiano.
Cada vez es más urgente proponer o apoyar iniciativas públicas y comunitarias que sirvan de ejemplo de cómo enfrentar esta tragedia. En ese sentido iba mi columna anterior, Cuidado del cuidador. La gravedad de lo que ocurre en nuestro país nos obliga a que insistamos en los escenarios en que no movemos, por pequeños que sean, que la vida es sagrada. Y a contribuir para que así sea.
A través de este espacio seguiré destacando políticas, personajes y colectivos que apuestan a la construcción de un mejor país a partir de proyectos transformadores, visionarios y en muchos casos resilientes, siempre en la idea de que la participación ciudadana es y seguirá siendo una herramienta poderosísima para enfrentar y superar los más graves problemas de convivencia. Identificar experiencias e iniciativas significativas en este sentido, en una sociedad tan fatalista como la nuestra, es una apuesta política y ética. Ojalá muchos ciudadanos nos ayuden a reconocer buenas experiencias.
Retomando otro inquietante tema social: la salud, no puedo dejar de mencionar la situación de la IPS universitaria, que junto a otras respetables clínicas que atienden a los más pobres, está a punto de quebrar o al menos de no ocuparse de los más vulnerables. El querido San Vicente de Paúl también enfrenta gravísimos problemas. Se han hecho muchas reflexiones al respecto y contratado estudios del más alto nivel. Entonces ¿qué impide que se plantee cuál va a ser el camino para la atención del régimen subsidiado? Esta es una responsabilidad pública ineludible. Pero no por ello deja de ser necesaria la participación de todos los que hacen parte de la cadena de valor de la salud. En el caso de Savia, el aporte de los hospitales públicos y privados resulta decisiva. Obviamente siendo los gobiernos los mayores responsables para asegurar la provisión del servicio, los aportes de los hospitales para superar la crisis están más cerca de compromisos de futuro que de hoy, pues para no dejar entrar en una crisis profunda la atención de Savia, han incurrido en endeudamientos máximos.
Conocemos el esfuerzo del Municipio de Medellín para proponer una solución al asunto, por eso consideramos que ya es necesario que la opinión pública la conozca y sí es razonable, como esperamos, acompañarla con decisión en los escenarios que se requiera.
Presidente proAntioquia