Reina Letizia, salud.
Cuando se casaron en mayo 22 de 2004, me permití darle varios consejos a su esposo, el entonces príncipe Felipe, para que su “mártirmonio” durara.
Advertía, inicialmente, que en casa la mujer siempre debe decir sí. En otra recomendación le sugería a don Felipe practicar aquello de que en esta casa se hace lo que yo obedezco.
El tercer consejo aplica solo para el rey: No pronuncie dormido el nombre de una “dulce enemiga” que no sea usted.
Entenderá que en plena era del pragmatismo no hay almuerzo ni consejos gratuitos. Así que voy al grano.
Por estos días se discute en Colombia si España debe devolvernos parte del tesoro de los quimbayas que un presidente generoso con lo que no era de él, Carlos Holguín (1886-1892), le regaló...