¿Será que otro mundo es posible? pase lo que pase uno termina construyendo el suyo propio, con su pequeño entorno y sus afectos. Uno sigue despertándose a vivir y soñar. La sensibilidad nos hunde y nos redime. En estos días aciagos que se suceden en medio de todo tipo de guerras, me gusta volver al arte.
En esta semana de mujeres pienso en una a la que tengo la fortuna de conocer hace años y con la que he trabajado varias veces. En la Galería Policroma. que dirige Paula Builes, otra talentosa mujer está exponiendo, Ángela Maria Restrepo. Interrumpa su rutina y regálese un paseo para apreciar la intimidad de una artista.
Decía Hiparquia (una de las primeras mujeres filósofas) que la mente es un gran telar de palabras. En los grabados de Ángela María Restrepo su imaginación actúa como un repositorio de las imágenes de su vida, que ella entrelaza y repite sin cesar y apenas con cambios sutiles; como si fuese Penélope, Restrepo teje y desteje su intimidad a través de esas imágenes que itera una y otra vez desde hace años.
Ángela María explora la vida íntima de su hogar, de su espacio doméstico que también es su vida, de ese lar que es nido y refugio, que es abrigo protector para ella y sus mascotas (llamados Dos y Rubicita), únicos motivos de la exposición. Su obra tiene la virtud de las labores cuidadosas, de la vida lenta, de la voz tenue. El suyo es una trabajo que nos señala lo simple, lo rutinario, lo que tantas veces no vemos. Hace años ella hizo un grabado llamado “yo”, en él muestra una parte de su cuerpo que reposa en la cama, hoy lo retoma, ahí sigue ella, los años pasan y los objetos cambian, pero la actitud frente a la vida es casi idéntica. Después de tantas muertes, enfermedades y crisis vividas durante la pandemia, ella revisa y recicla su obra como testimonio de un ciclo que sigue y gira sin cesar. Su obra es la evidencia de que el arte y la vida tantas veces se funden.
En este tiempo duro y complejo en el que la artista ha estado aislada por la pandemia y sus dolencias, su entorno doméstico y los que ama han sido más que siempre refugio y atalaya. Dice Irene Vallejo en El infinito en un junco que, según la poetisa griega Safo: “quien ama crea la belleza; no se rinde a ella como cree la gente. Desear es un acto creativo, al igual que escribir versos”. Como lo hacía Safo, Ángela María crea y dota de belleza su pequeño edén particular.
La frase de Albert Camus: “en pleno invierno, finalmente supe que había en mí un verano invencible”, se ha convertido en símbolo de resistencia y ha dado fortaleza a la artista, que en el silencio de su espacio ha seguido construyendo su obra, que perdurará en el tiempo