Esta expresión, “aparentemente” un viejo lugar común, sigue siendo paradigma fundamental para todos los hombres, crean o no en Jesús Hijo de Dios. Es difícil encontrar en las religiones una afirmación más contundente, con esa proyección en la historia humana. Yo soy el camino, la verdad y la vida para llegar al misterio de Dios, misterio de la vida humana.
“Soy el camino”. Hoy, aparece con más fuerza que, en los apóstoles, la turbación y desconcierto entre nosotros. Muchos, van por el mundo, sin descubrir ni el sentido, ni la razón de su vida; aún no encuentran el Camino. Viven recorriendo parajes sin definir senderos. Algunos, no rechazan a Dios, de manera consciente, pero Él, no es su propuesta de verdad o de vida. No es el camino... No rechazan...