Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6
Por Jorge Andrés Rico - andresricocp@gmail.com
No todos los personajes políticos que sean masivos son las mejores opciones para ocupar cargos de poder o son quienes mejor están haciendo su trabajo. El perfil político cambió a uno donde en ocasiones hay más preparación para mostrar contenido en redes sociales que en la gestión política. La acción digital del personaje político no es salir en redes sociales a hablar siempre de antecesores y sus debilidades. Tramitar el mensaje para influenciar debe tener transición temática y desarrollo según los tiempos, de lo contrario, es quedarse en la frivolidad del influencer infantilizado y masivo.
Un influencer es en esencia una persona que tiene capacidad para influir sobre otras personas a través de las redes sociales. Lo complejo es que cuando los contenidos son bajo el único objetivo de obtener “likes”, en política, se notará la desprofesionalización y desconexión con la realidad entre el personaje y las necesidades de la población en un contexto determinado.
Otra perspectiva es cuando la debilidad o nulidad argumentativa es constante en el influencer, creando entretenimiento basado en llevar a que la sociedad piense poco y pierda el sentido sobre lo que pasa. Es en este espacio donde el político no puede caer. La responsabilidad del político es justamente ahondar en la realidad y buscar soluciones o conversaciones que estén sujetas a fines loables en su responsabilidad como garantes del bienestar de la población.
La democracia contemporánea es de campaña política constante, pero es necesario que haya límites, y en todos los roles políticos se requiere que también se piense y actúe en el marco del presente y no solo del voto futuro.
Es parte de la realidad: hay invasión del espectro político por personajes incultos, arribistas, oportunistas y amiguistas, quienes frívolamente les gusta que les aplaudan por hacer su trabajo, pero viven de las regalías de contratos, favores y postores. Personajes políticos que mueven puestos e influencias para que crezca su poder y manipular puestos con personas que sirvan para hacer más ruido, y no más trabajo en bien de la sociedad. La política pasa a ser en este caso un medio para el favor individual y la influencia en la sociedad estará supeditada al ejercicio del poder sin confianza y legitimidad, por lo cual, puede que este tipo de personaje político tenga poder, pero influya poco de forma positiva en la sociedad.
Ante este escenario, la opinión pública debe exigir que el político influencer también genere contenido afín a su responsabilidad. Tampoco es un ejercicio de comité de aplausos o confrontación constante, es un equilibrio según el objetivo: ser oposición, evidenciar gestión, generar control político o apoyar procesos. Es tener claridad sobre el mensaje comunicacional según los objetivos del personaje político.
El registro ante cámara, la preparación del político, el mensaje construido previamente y hasta la ropa utilizada, entre otras cosas, evidencian o hacen parte de la consolidación de contenido con rigor. Es diferente el carisma a la credibilidad, por lo cual, no todo lo que genere en político influencer es parte de lo creíble, porque puede que sea carismático, y aunque es cierto que el carisma mueve masas, también es necesario que se construya la credibilidad y la confianza como pilares de quien desea pasar de influencer político a líder de opinión. Este último es quien trabaja temas con rigurosidad y disciplina. No deja todo al carisma.
Hoy la política requiere influenciar en el entorno digital, pero debe hacerse con propósito y responsabilidad. Los activismos en política deben equilibrarse desde el conocimiento y la expresión regulada por la emoción y la razón, esto, ante la creciente desprofesionalización del quehacer político, que ha llevado a que existan más enfoques a la masividad que al contenido con calidad.