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Sobre colapsar una ciudad

hace 13 horas
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Por José Guillermo Ángel R. - memoanjel5@gmail.com

Estación Desorden Previsto, a la que llegan quebradas desbordadas cargadas con todo tipo de basuras (colchones, tarros, muebles viejos), viviendas que no respetan la distancia entre la casa y el curso natural de agua (estos cursos tienen memoria y cada tanto inundan los alrededores), sobrepoblaciones mal situadas y crecientes con serio peligro de una tragedia en grande, multiplicación vehicular sin vías que puedan contenerla (en la que se mezclan todo tipo de vehículos), contaminación que vuelve el cielo rojo y algunos dicen que es una belleza, planeaciones indebidas pero permitidas cuando la codicia está por encima de la lógica, ruidos crecientes que van neurotizando a los habitantes, vías que son intervenidas por negocios y las estrechan sin que nadie ponga orden, construcciones que acrecientan la densidad de la zona (hospitales o centros de salud sin parqueaderos ni espacios para acopios, por ejemplo), violación de vías diseñadas para transportes específicos (pasa con los espacios del metro plus y las motos), mal diseño de horarios para el paso de transporte pesado, buses que se toman los tres carriles cuando deben ir por la derecha. Y bueno, como no se pone orden, el nivel de fatiga de los ciudadanos crece y, en consecuencia, la agresividad aparece.

Para que un espacio se ordene y entienda en sus posibilidades, debe tener límites. Esto lo sabe la ciencia y la persona racional. Lo que rompe los límites entra en crisis. Y esta crisis es mayor (continuada con locura y con el desdén del Estado) en la medida en que, desbordada, sigue recibiendo carga (viva y muerta), como pasa con nuestra ciudad. ¿Cuántos vehículos resisten nuestras vías? ¿Cuántas construcciones los terrenos? ¿Por qué las normas se violan y no se corrigen? ¿Cuál es el papel del gobierno si fue elegido para corregir problemas y no para crecerlos? Pero bueno, en esto de los real maravilloso parece que las emociones fuertes deben superar cualquier tipo de inteligencia.

Es evidente que nuestras alcaldías siguen el modelo del aprendiz de brujo, esto de hacer y tomar decisiones sin tener en cuenta los efectos marginales, es decir, de permitir verticalidades y vehículos para ganar impuestos sin tener en cuenta que estos llegan en la medida en que la ciudad se destruye y los ciudadanos (reclamando libertades) carecen de toda condición de ciudadanía, tema este que no se enseña porque se cree que nace con uno, como los imperativos categóricos kantianos (principios racionales adquiridos por la experiencia y el sentido común), pero que en este caso (en el nuestro) operan al revés. Y bueno, ahí vamos devolviéndonos a los tiempos de la ignorancia y la agresividad tenida como modelo.

Acotación: Una ciudad se planea no para que se desborde sino para limitarla, teniendo en cuenta que los planes de ordenamiento territorial lo que buscan es urbanizar (crear espacios debidos) y no corromperse luciendo todo tipo de ineficiencia.

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